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Helicoprion

by Jordi Pereyra

Pocas veces nos encontramos con información que nos pueda dar un punto de vista nuevo sobre algo que creíamos que seguía unas reglas determinadas. Hoy ha sido una de esas veces, cuando hemos encontrado la foto de este fósil:
A primera vista, puedes pensar «bueno, debe ser algún tipo de caracol«. Eso es lo que creíamos nosotros… Hasta que, buscando un poco, hemos descubierto que es parte de una mandíbula.

Una. Jodida. Mandíbula.

¡Deja de inventarte mandangas, Ciencia de Sofá!
¡Que no, que no! ¡No es un invento! Hablan de ello incluso en este artículo del Scientific American. La cosa funcionaba así:
    Crédito: Dimitri Bogdanov/wikimedia commons.

Aunque por la forma parece un tiburón, en realidad es un helicoprion (del griego, sierra en espiral), un animal del género de los chimaeriformes al que pertenecen 47 especies de peces cartilaginosos. Sus extraños dientes los únicos huesos que poseían, por lo que es lo único que se ha fosilizado mientras el cartílago del resto del cuerpo se iba degradando.
Cuando los paleontólogos encontraron estas espirales serradas, sin ningún esqueleto o cráneo que las acompañara, pasaron un mal rato hasta deducir qué demonios estaban mirando y dónde podía situarse en el organismo de un animal. Basándose en otros fósiles de peces del mismo orden (los eugeneodontiformes), fueron capaces de deducir la forma del helicoprion, estimar que debía medir entre 3 y 4 metros de largo y, lo más importante, colocar en su lugar la espiral que contenía unos 109 dientes: en la mandíbula inferior.

Una consecuencia curiosa que tiene esta localización es la manera en la que el animal mudaba los dientes: en vez de caerse y volver a crecer, se desarrollaban en un extremo de la espiral uno tras otro, empujando al resto hacia el interior de la mandíbula cartilaginosa a medida que se desgastaban para ser reabsorbidos.

                                Imagen: Ray Troll.

Sí, ya, ¿Pero qué beneficios tienen esos dientes?

Al cerrar los dientes sobre una presa, su mandíbula golpeaba contra el sólido paladar y la propia geometría de las piezas dentales empujaba la presa hacia el interior de la boca. ¿Qué? ¿Que no nos creéis?

En el elaboradísimo esquema que hemos hecho puede verse como las puntas de los dientes trazan trayectorias curvas hacia el interior de la boca cuando la mandíbula se cierra. Esto tiene la ventaja extra de que abrir y cerrar la boca constantemente produce un «efecto sierra».

Y, se acabó, aquí serramos esta entrada.

 

4 comentarios

4 comentarios

Anonymous agosto 28, 2013 - 8:29 pm

O.O se extrañó Sr. Cienfia de sofá…

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Jesus diciembre 11, 2013 - 8:33 am

Creo que el sentido del crecimiento de los dientes es al revés, no? Quiero decir, los mas «pequeños» y mas nuevos empujarían a los mas grandes y antiguos, no creo que nazcan enormes y vayan disminuyendo su tamaño… no se si me explico…

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Binah (@Sachiel_1) octubre 13, 2014 - 6:48 am

Y por que no siguio ese modelo hasta nuestros dias, se veia muy eficiente ese tipo de mandibulas como para desaparecer.

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Manzanita (@ManzanitaJacks) diciembre 17, 2014 - 5:17 pm

Solo vine a dejar esto por aqui:
https://i.imgur.com/00Fj3Tz.jpg

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