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Respuestas XLI: ¿Existe vida en otros planetas? (2 de 2)

by Jordi Pereyra

En la última entrada hablaba sobre por qué buscamos ciertos elementos cuando queremos encontrar vida en otros planetas. Si no lo leíste en su momento, aprovecha la oportunidad y entra haciendo click sobre este texto verde.

Hoy vengo a hablar sobre cómo estimamos si existe o no vida en otros lugares del espacio y, en caso afirmativo, cómo pretendemos encontrarla y ponernos en contacto con ella… O cómo nos pueden encontrar a nosotros.

Una vez más, recuerdo que los OVNIs grabados en vídeo con un ladrillo no cuentan como prueba de vida extraterrestre. Empecemos.

La idea de que el ser humano no está solo en el universo es bastante vieja. De hecho, se remonta al siglo V a.C., cuando el filósofo griego Demócrito acuñó el concepto del atomismo o, lo que es lo mismo, que todo lo que nos rodea está compuesto por varios tipos de diminutos fragmentos indivisibles. Él razonaba que, si los átomos habían sido capaces de ordenarse de tal manera que formaran un mundo lleno de animales y plantas como el nuestro, no hay razón para pensar que lo mismo no pudiera ocurrir en otros lugares del cosmos.

El que debería ser el filósofo favorito de todo el mundo, pintado en el siglo XVII. (Fuente)

En el siglo XIX, cuando los telescopios permitían observar los planetas más cercanos con un nivel de detalle sin precedentes, similar al que puedes obtener mirando a través de una zanahoria, se popularizó la idea de que en Marte existía una civilización avanzada que había construido gigantescos canales rectos por todo el planeta para redistribuir el agua en un planeta que iba secándose y muriendo lentamente.

Cuando aparecieron telescopios más grandes y potentes, que permitían obtener imágenes más nítidas del planeta rojo se hizo patente que esas líneas rectas que aparecían en la superficie del planeta no eran más que ilusiones ópticas producidas por los telescopios menos desarrollados, incapaces de captar la imagen con claridad.

Una representación de los canales que creía ver uno de sus defensores, el autor Percival Lowell, antes de 1914. (Fuente)

Una foto actual de la superficie completa de Marte, en la que no se observan esas características.

Pero los seres humanos no empezamos a tomarnos un poco más en serio la búsqueda de señales de vida extraterrestre hasta la década de 1970, cuando el proyecto SETI fue fundado por la NASA. Este proyecto, que ha estado al borde del cierre varias veces porque suele verse como un malgasto de dinero público, tiene como objetivo detectar señales de radio emitidas por civilizaciones avanzadas. Para encontrar hasta la más débil de las señales, el SETI rastrea el cielo con el radiotelescopio de Arecibo, una mole de 305 metros de diámetro.

¡305 metros! ¿Cómo vas a construir un radiotelescopio tan grande?

Excavándolo directamente en el suelo.

(Fuente)

Hasta la fecha, la única señal destacable detectada por el proyecto ha sido la señal «WOW!», de la que hablaba en este otro artículo y que quedó reducida prácticamente al nivel de anécdota.

Para dar un poco de perspectiva matemática al asunto, en 1961 Frank Drake decidió analizar los factores que podrían influir en el desarrollo de una civilización avanzada en nuestra galaxia capaz de comunicarse con nosotros y los juntó en la famosa ecuación de Drake.

Aunque muchas veces en documentales se habla de esta ecuación y se dice que, según ella, debería haber millones de civilizaciones en nuestra galaxia deseando enviarnos Whatsapps interestelares (esta versión optimista parece ser la que más audiencia capta), lo cierto es que mingún resultado obtenido con esta ecuación significa absolutamente nada. La ecuación es:

Y, los términos (para N=número de civilizaciones avanzadas en nuestra galaxia que tienen tecnología de radio), de izquierda  derecha, representan:

1. El ritmo de formación de estrellas en nuestra galaxia.

2. La fracción de esas estrellas que posee planetas orbitando a su alrededor.

3. La fracción de esos planetas que tienen el potencial de sustentar vida por cada estrella que tiene planetas.

4. La fracción de planetas que podrían desarrollar vida en algún punto de su historia.

5. La fracción de planetas con vida que dan lugar a vida inteligente.

6. La fracción de civilizaciones inteligentes que llegan a fabricar tecnología capaz de mandar señales al espacio.

7. El periodo de tiempo durante el cual emiten estas señales.

Se puede ver que, mientras podemos estimar numéricamente y de manera aproximada los 3 primeros componentes de la ecuación con los datos que tenemos de nuestras observaciones, los 4 últimos términos son totalmente inventados y están sujetos a tanta elucubración que se pueden considerar subjetivos, así que ninguna conclusión basada en esta ecuación es realista: el número de civilizaciones que habitan nuestra galaxia, según este criterio, puede variar de miles de millones a decenas, dependiendo de quién defina los parámetros. Esto no es culpa del bueno de Francis Drake, él ya informó del propósito original de su ecuación, pero los medios de comunicación siempre terminan haciendo lo que les da la gana.

Así que, como parece que no tenemos suficientes datos como para afirmar con seguridad si estamos solos o no en el universo, no nos queda más remedio que especular con nuestros descubrimientos.

Basándonos en los exoplanetas que hemos descuierto hasta ahora y al ver que algunos de ellos cumplen ciertos requisitos de habitabilidad, el panorama para encontrar mundos compatibles con la presencia de algún tipo de vida extraterrestre no parece del todo desolador si lo que buscamos son organismos simples como algas y vida microscópica. Pero, si alguno de esos planetas posee algún tipo de vida compleja, desde luego aún no tiene la tecnología necesaria para manifestarse a nivel interestelar.

O sea, que la perspectiva de encontrar vida inteligente parece pesimista. Pero aún nos queda otra opción: si no encontramos peces en el océano, lancemos un hilo con cebo para conducirlos hasta nosotros.

Si hay alguna civilización paseándose entre las estrellas actualmente, a lo mejor podría encontrarnos más fácilmente de lo que nosotros podríamos detectarla a ella siguiendo la pista de ondas de radio que llevamos soltando al espacio desde 1888: cualquier conversación, programa de televisión o radio que ha sido emitida desde entonces no sólo ha llegado hasta nuestros aparatos domésticos, sino que se ha propagado también hacia el espacio profundo.

Como las ondas de radio viajan a la velocidad de la luz, la señal de las primeras transmisiones de radio que produjimos a finales del siglo XIX se ha estado propagando por el espacio durante 126 años a la velocidad de la luz, así que se han alejado 126 años-luz (o  1.192.026.580.000.000.000 kilómetros) de nosotros.

Comparado con nuestra galaxia, esta es la burbuja, de unos 200 años luz de diámetro, que han formado las ondas de radio alrededor de nuestro planeta.

Aunque hay que decir que, a esas distancias, la tecnología de los extraterrestres que la detecten tendrá que ser muy avanzada para captar una señal tan extremadamente débil. (Fuente)

O sea, que cualquier nave extraterrestre que pase por esa zona y detecte una de nuestras retransmisiones podrá seguir la señal hasta alcanzarnos. Esperemos que no sintonicen Gran Hermano y decidan que es mejor borrar nuestra civilización del mapa.

En caso de que los extraterrestres no sepan decodificar los programas del canal Historia que hablan sobre ellos, el mismo proyecto SETI manda regularmente señales lógicas al espacio con el siguiente mensaje binario:

Si una civilización inteligente recibiera este mensaje, debería poder descifrarlo fácilmente y conocer la composición de nuestros organismos, nuestro aspecto, el planeta del que procedemos… En este artículo de Wikipedia explican el contenido del mensaje con más detalle.

Después de haber recibido alguna de estas señales y poner rumbo hacia el planeta Tierra, una civilización extraterrestre podría cruzarse con las sondas Voyager 1 y Voyager 2 mientras se acerca hacia nosotros.

Estas sondas, la primera de las cuales abandonó del sistema solar en agosto de 2012, viajan con un disco dorado que contiene codificadas el día a día de nuestra civilización y de la vida en la Tierra como el sonido del viento, saludos en 55 idiomas, el cantar de los pájaros, el sonido de las ballenas, fotos de humanos, animales, paisajes y de otros planetas del sistema solar, además de un mensaje escrito de Jimmy Carter, ex-presidente de EEUU que reza:

«Este es un regalo de un mundo pequeño y distante, una muestra de nuestros sonidos, nuestra ciencia, nuestras imágenes, nuestra música, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Estamos intentando sobrevivir a nuestro tiempo para poder vivir en el vuestro»

Pero las Voyager 1 y 2 no son los únicos aparatos delatores que se propagan por el espacio. A bordo de las sondas Pioneer 10 y Pioneer 11, una civilización extraterrestre encontraría información que le facilitaría aún más la búsqueda de nuestro planeta:una placa donde aparece una representación de nuestra especie (con una visión esquemática de la nave de fondo, para que se hagan una idea de nuestro tamaño), los planetas de nuestro sistema solar y el lugar que ocupamos en él.

De nuevo, en esta entrada de Wikipedia explican el significado de manera más completa.

Con lo poco que sabemos de momento, parece bastante claro que debería existir vida en otros lugares del universo, sobretodo tras el descubrimiento de planetas ajenos al sistema solar que parecen habitables. Aún así, tendremos que conformarnos con una hipotética soledad hasta que encontramos un mínimo vestigio de vida, aunque sea una sola bacteria, en algún otro planeta (o satélite).
Cada cual tendrá sus preferencias al respecto pero, personalmente, soy de la opinión de más vale solo que mal acompañado.

 

5 comentarios

5 comentarios

Anton marzo 20, 2014 - 3:32 pm

De existir vida inteligente en algún lugar (sin duda lejano, muy lejano) del universo, parece posible que, pertenciendo a una civilización tecnológicamente similar a la nuestra, ésta quiera cometer la temeridad de «contactar» con nosotros igual que nosotros con ellos. Por cierto, los terrícolas a mí no me han pedido permiso ni preguntado si podría hacerse. No sé con qué derecho se asignan lo de ser «amos del mundo» para hacer lo que les da la gana durante ya varios quinquenios. Es algo sumamente peligroso que yo vetaría inmediatamente, antes de que pueda llegar a ser tarde porque, potencialmente, nuestra integridad estaría más que seriamente expuesta. Que risa. Aquí, contradictoriamente, vemos todos los días como los vecinos del edificio se zafan y esconden unos de otros para no coincidir en el ascensor, escalera o rellano, y estos transtornados de la NASA, habitantes de un planeta con fronteras trazadas y defendidas hasta la muerte, mandando mensajitos de «Kumbayá» al espacio exterior. Afortunadamente, la hondas de radio no alcanzan unas décimas de año luz porque se diluyen, se deforman por interferencias de todo tipo. Una civilización tecnológicamente avanzada que quisiese cometer una temeridad así, mensajearse con posibles vecinos estelares, no emplearía ondas hertzianas, sino módulos de radiación gamma, que sí logran surcar el espacio a larguísimas distancias.
Gracias por Ciencia de Sofá . Un saludo y un placer.

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Al marzo 21, 2014 - 7:57 pm

Sageraaaaooo!

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Al marzo 21, 2014 - 7:58 pm

Y ondas*!

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Antonio marzo 23, 2014 - 5:20 pm

Ante tu última reflexión, recomiendo la lectura del libro Solaris, de Stanisław Lem, el cual presenta en su base argumental el problema de encontrar una civilización alienígena, y la imposibilidad de comunicarnos, a causa de la propia estructura del ser (ontología).

Saludos!

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Voyager1 enero 6, 2015 - 4:54 pm

Distancia desde el Sol: casi 17 horas de luz. En comparación, la Tierra está del sol 8,3 minutos luz
https://live-counter.com/donde-esta-voyager-1/

La NASA ha especulado durante años sobre el momento real de cruce de nuestro Sistema Solar en el vacío, y ahora esto finalmente podría haber sucedido.

¿Cuándo será la próxima vez que la nave se acerque, aunque fuera remotamente, a otra estrella? Sería dentro de alrededor de 40.000 años.

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