Generalmente, en la naturaleza es muy complicado encontrar objetos que contengan líneas rectas, ángulos regulares, transparencias o incluso juegos llamativos de colores. Si vas a dar una vuelta por el campo y miras al suelo, tienes altas probabilidades de encontrarte algo de este estilo:
noviembre 2014
En primer lugar, quiero dar las gracias a todos por vuestros votos en los premios Bitácoras 2014. Al final no ha podido ser y Ciencia de Sofá no llega a la final, pero quedar en sexta posición, teniendo en cuenta cómo está creciendo tanto en calidad como en calidad el mundillo de los blogs de ciencia, es todo un logro. Pero vamos a lo nuestro: la terraformación de Marte.
Antes de seguir, recomiendo la lectura de la primera parte (a la que podéis acceder haciendo click sobre este texto verde) en la que explicaba que, para poder vivir en Marte con la misma comodidad que en la Tierra (es decir, sin tener que llevar un abultado molesto traje espacial que te proteja del entorno cada vez que sales a la calle), lo primero que deberíamos hacer es aumentar la densidad y el grosor de la atmósfera, además de reducir la proporción de dióxido de carbono que contiene. Esto no sólo nos permitiría respirar, sino que además nos protegería de la radiación cósmica ante la que Marte no tiene protección por el hecho de no poseer un campo magnético.
La puesta de sol en Marte fotografiada por el rover Spirit. (Fuente)
Una vez tengamos aire y una presión atmosférica decentes, necesitaremos poner una solución a la fría temperatura de Marte que, como comentaba el otro día, oscila entre unos agradables 20ºC a mediodía en el ecuador en verano y unos no tan agradables -153ºC en los polos.
Últimamente no tengo tanto tiempo para escribir como me gustaría y, después de ver que las entradas divididas por partes sobre la velocidad de la luz han tenido buena acogida (aquí la primera, aquí la segunda y aquí la tercera), creo que seguiré esta práctica más a menudo cada vez que trate un tema extenso: de esta manera, vosotros no tenéis que esperar una semana para leer un tocho de golpe y yo no tengo remordimientos de conciencia por actualizar con menor frecuencia.
Marte fotografiado desde el telescopio espacial Hubble en 2005 durante uno de uno de sus máximos acercamientos a la Tierra.
Y después de la ronda de excusas de hoy, toca empezar con el tema que nos ocupa y que ha sugerido el escritor Roberto López-Herrero: la terraformación de Marte.
El último día estuve hablando de las consecuencias que tiene sobre el transcurso del tiempo viajar a velocidades inmensas: a alguien que se desplaza a velocidades cercanas a las de la luz le parece que el universo pasa a cámara lenta a su alrededor, mientras que quienes le observan quietos desde fuera le ven a cámara lenta a él. Vimos que esto permite que dos observadores que se mueven a velocidades distintas vean la luz pasar a la misma velocidad.
Una imagen bonita para adornar la cabecera de la entrada, para variar. En este caso, se trata de la galaxia Arp 188, que fue deformada por una galaxia compacta que pasó muy cerca, arrancándole parte del material con su fuerza gravitatoria. (Fuente)
Hoy vengo a explicar que no sólo nuestra perspectiva del tiempo se ve a afectada al alcanzar grandes velocidades, sino también la del propio espacio e incluso la propia masa. Si no habéis leído la primera parte (a la que podéis acceder haciendo click sobre este texto verde), os lo aconsejo porque os ayudará a seguir el hilo y porque he añadido un par de matices y corregido un fallo (me equivoqué diciendo que alguien que va a la velocidad de la luz ve su alrededor pasar a cámara rápida, lo ve también a cámara lenta).
Empecemos por el espacio.