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¿Sabes realmente lo que es el efecto placebo?

by Jordi Pereyra

Oye, Ciencia de Sofá, el otro día me dolía la espalda y un tipo me vendió una botella con esencia de cuerno de unicornio que me curó.

¿Cómo? ¡Si los unicornios no existen! Me sabe mal decírtelo, pero creo que te han tomado el pelo, voz cursiva.

Bueno, me dijeron que contenía cuerno de unicornio y me ha curado, así que yo de ti no estaría tan seguro de que no existen. 

No, a ver, voz cursiva, sabemos que los unicornios no existen. No sólo nadie ha visto ni atrapado ninguno (ni siquiera hay una foto), sino que en el registro fósil no hay indicios de que la evolución haya adornado nunca a algún animal parecido a un caballo con un cuerno en la frente… Tampoco es que eso pudiera ofrecer ninguna ventaja evolutiva, vaya. Ni hay indicios de ningún animal parecido a un caballo con alas, si nos ponemos extremos. Además, estamos muy seguros de que las leyes de la física no permitirían volar a un caballo en la atmósfera terrestre, por muchas alas y cuernos que tuviera.

Y, aun así, aunque hubiera alguna pista que sugiriera su existencia, ¿por qué iban los cuernos de unicornio a tener propiedades curativas?

Psch, la ciencia no lo puede explicar todo, ¿sabes? Yo sé que algo me dolía y que el extracto de cuerno de unicornio me ha curado. Sólo porque tu «ciencia» no puede explicarlo, no quiere decir que no exista.

Vale, olvidémonos por un momento del tema del cuerno de unicornio, que esta discusión no nos va a llevar a ningún lado. ¿Cómo te ha curado ese líquido? ¿Cuál es su mecanismo de acción? ¿podríamos separarlo del líquido que te han vendido para estudiar sus propiedades? ¿Se ha hecho algún estudio demostrando su eficacia?

Espera, que llamo al vendedor y le pregunto.

Espero.

Vale, dice que el extracto de cuerno de unicornio es indetectable con los instrumentos actuales, que eso lo sabe todo el mundo. De hecho, el tipo que me lo ha vendido ha reconocido que no sabe como funciona, pero eso me da igual: varios amigos me lo habían recomendado porque a ellos también les ha funcionado, así que no necesito más pruebas. No me importa cómo cura, pero cura. 

Voz cursiva, tenemos nuestros altibajos, pero sabes que te tengo mucho cariño y me preocupan las decisiones que puedas tomar respecto a tu salud. Por eso me veo obligado a contradecirte y comentarte tal vez estés atribuyendo al líquido con extracto de cuerno unicornio unos poderes curativos que no tiene porque, por desgracia, que te sientas mejor después de probar un tratamiento no significa necesariamente que ese tratamiento haya sido el responsable de esa mejora. Y me muestro especialmente escéptico si me dices que no existe ningún mecanismo conocido que pueda explicar esa curación.

¡Vale, da igual! ¡Pues me ha curado el efecto placebo! En cualquier caso me ha funcionado, ¿vale?

Eh, espera, para el carro un momento, que creo que te estás liando. ¿Sabes lo que es realmente el efecto placebo?

¡Claro que sí! Te tomas algo pensando que te curará y te cura. Así de simple.

¡No, voz cursiva, fallo máximo! Nada más lejos de la realidad.

Vamos por partes, que el cuerpo humano es muy complejo y, si hay algo que nos gusta mucho hacer a los seres humanos, es confundir la causalidad con la casualidad.

El principal obstáculo a la hora de idear un método que solucione algún problema del cuerpo humano (o de cualquier organismo vivo) es el hecho de que, como he comentado, que un fenómeno ocurra después que otro no tiene por qué significar que el primero ha sido el causante el segundo.

De la misma manera, que se nos pase el dolor o el malestar después de hacer algo en concreto no significa que ese algo nos haya curado. Sustituye «algo» por «tratamiento» y tienes la razón por la que la medicina no empezó a avanzar de verdad hasta el siglo XIX, en parte gracias a la aparición de las primeras formas de ensayo clínico que, en esencia, tienen como objetivo distinguir qué tratamientos tienen un efecto real sobre nuestro cuerpo y cuáles no.

¿Ensayo clínico? ¿No estábamos hablando de cuernos de unicornio?

Paciencia, voz cursiva, todo a su tiempo.

Imaginemos por un momento que somos unos investigadores que han inventado un tratamiento nuevo y que lo quieren poner a prueba para saber si realmente funciona. Hemos probado el tratamiento con animales y los resultados parecen prometedores, así que esperamos a que nos den permiso para probarlo con seres humanos.

En cuanto nos dan el visto bueno, le damos el tratamiento a un paciente. Acabamos de empezar pero, por el mero hecho de estar trabajando con personas, ya nos vamos a enfrentar a un montón de factores que van a dificultar mucho la evaluación de la eficacia de nuestro tratamiento.

A diferencia de cualquier máquina que hemos conseguido fabricar hasta la fecha, el cuerpo humano cuenta con los medios necesarios para regenerarse tras sufrir una gran variedad de traumas y enfermedades. Este simple hecho nos dificultará la tarea de identificar si el tratamiento que le hemos dado a nuestro paciente le ha ayudado de verdad ya que, dependiendo de la enfermedad o dolencia que padezca, su cuerpo podría haber solucionado el problema por sí mismo sin que nuestro tratamiento contribuido en absoluto. Por tanto, aunque el sujeto de pruebas presentara mejoras, sólo con esta información no podríamos asegurar que nuestro tratamiento fuera su responsable.

Por otro lado, el nivel de dolor o el malestar que siente una persona enferma no es una sensación que se mantenga constante a lo largo del tiempo, si no que va variando en periodos de mayor o menor intensidad. Este es un fenómeno llamado regresión a la media y puede confundirnos a la hora de evaluar la eficacia de nuestro tratamiento, porque correremos el riesgo de atribuirle unas propiedades curativas que no tiene: la mejoría de los síntomas de nuestro paciente podría ser el resultado de uno de tantos ciclos naturales que no estuviera asociado de ningún modo con nuestra intervención.

A esto hay que añadir que la sensación de dolor o malestar no sólo puede variar mucho de persona a persona, sino que además puede aumentar o desaparecer según el estado de ánimo de nuestro paciente. O sea, que podría ocurrir que el sujeto de prueba notara una mejoría o un empeoramiento en sus síntomas después de recibir nuestro tratamiento, pero que estas sensaciones fueran un producto de su entorno.

Ya que estamos hablando de la mente humana, otra cosa que nos puede dificultar el trabajo son los propios efectos psicológicos derivados de someter a nuestro sujeto de prueba a un análisis: en el momento en el que una persona sabe que el progreso de sus síntomas estará siendo vigilado, empezará a prestar una atención desmesurada a lo que sienta y será mucho más observadora de lo normal. Esto puede conducir a nuestro paciente a comunicarnos de manera exagerada los efectos del tratamiento experimental que le hemos proporcionado, para bien o para mal.

El propio hecho de que el sujeto de pruebas sepa que está recibiendo un tratamiento que, en teoría, está diseñado para mejorar su condición, puede hacer que esa persona espere tener una respuesta positiva al tratamiento. Como resultado, el cerebro puede liberar endorfinas o dopamina, compuestos que enmascaran el dolor, y el paciente notaría una mejoría. Pero, de nuevo, se trataría de un efecto temporal y, en caso de que la hubiera, la enfermedad que provoca los síntomas seguiría presente. De nuevo, podríamos atribuir esta reducción del malestar a la acción de nuestro tratamiento si no fuéramos muy rigurosos.

Para rematar esta confusión que puede provocar la interpretación del sujeto de pruebas de sus síntomas, además hay que tener en cuenta que nosotros, los propios investigadores, las personas que han ideado el tratamiento y que controlan todo el proceso de análisis, tenemos predisposición a desear que nuestra idea funcione. Por tanto, aunque los datos proporcionados por nuestros pacientes no tuvieran ningún tipo de sesgo subjetivo y fueran 100% precisos, los investigadores podríamos interpretar de manera incorrecta la información que nos proporcionan basados en nuestras propias expectaciones, llegando a conclusiones erróneas y potencialmente proporcionando cualidades positivas a nuestro tratamiento que podría no tener.

Vaya, ¿Y así cómo se supone que podemos saber que un tratamiento funciona? De hecho, ¿cómo puedes estar seguro de que la medicina «oficial» que no está basada en cuernos de unicornio funciona?

Pues porque, por suerte, tenemos un método que nos permite distinguir qué tratamientos tienen un efecto real sobre el cuerpo y cuales no tienen ninguno, pero se camuflan entre todas estas mejorías que tienen lugar por otras causas: el truco está en comparar los resultados que ofrece el tratamiento real con los provocados por una versión falsa del mismo que sabemos que no tiene ningún efecto en absoluto.

Este tipo de estudios se llaman estudios de doble ciego y los tratamientos falsos son los llamados tratamientos placebo. O placebos, directamente.

El procedimiento de estos estudios es el siguiente.

Cuando queremos estudiar la eficacia de un tratamiento recién inventado, tenemos que probarlo con un grupo de gente que, cuanto mayor sea, mejor. El tamaño del grupo es importante porque, cuantas más personas puedan ofrecer su testimonio, más precisión tendrán nuestras conclusiones.

A la mitad del grupo se le asignará el tratamiento que hemos ideado y al otro se le ofrece el tratamiento placebo que resulta indistinguible del original, pero que no contiene ningún elemento que pueda tener efecto alguno. Pero, ojo,  que nosotros, los investigadores, no vamos a asignar el tratamiento y los placebos a los pacientes. Esta tarea le corresponderá a una tercera persona que se encargará de repartirlos de manera aleatoria y no dirá a nadie quién tiene asignado cada tratamiento mientras el estudio tiene lugar, ni a los pacientes ni a los investigadores.

De esta manera, si nadie sabe si el tratamiento que está recibiendo es verdadero o falso, todos los sujetos estarán igual de confundidos y desarrollarán síntomas subjetivos similares. De la misma manera, los investigadores tampoco podremos mirar con mejores ojos a los pacientes que han recibido el tratamiento real, porque no sabremos quienes son.

Tras la asignación, cada paciente empezará su tratamiento, sea falso o verdadero, y vendrá a visitarnos periódicamente contándonos qué está sintiendo para que podamos controlar su evolución. Sólo al final, cuando se conozcan todos los datos proporcionados por los pacientes y se hayan apuntado de manera objetiva, se revelará quienes habían recibido el tratamiento real y quienes estaban tomando el placebo.

De esta manera se puede ver si el tratamiento ha tenido algún efecto real sobre los pacientes más allá de cualquier efecto subjetivo: si el grupo que ha recibido el tratamiento real ha experimentado las mejoras propias del grupo que tomaba el tratamiento falso, pero además también ha obtenido beneficios adicionales, significa que el tratamiento ha funcionado. En el caso contrario, nuestro tratamiento ha tenido el mismo efecto que el tratamiento falso que está diseñado para no tener ningún efecto.

Por supuesto, por el mismo motivo, contar con un grupo sometido al tratamiento placebo también sirve para identificar los posibles efectos negativos de un tratamiento.

O sea, que el «efecto placebo» no es un sinónimo de «tratamiento que funciona gracias a la sugestión«. El efecto placebo es simplemente la manifestación de todos aquellos factores ajenos al tratamiento que pueden hacer que te sientas mejor, sin que el tratamiento haya hecho nada para ayudar. Es decir, no es un «funciona porque he creído que funcionaría«, sino un «he mejorado y estoy atribuyendo la mejora a algo que no ha hecho nada«. Como podéis ver «funciona por el efecto placebo» significa, literalmente, que «no funciona«.

Entonces, ¿me estás diciendo que el extracto de cuerno de unicornio no me curó el dolor de espalda gracias al efecto placebo?

En efecto, no te curó. En el mejor de los casos, pudo enmascarar las molestias mientras el dolor desaparecía de manera natural y después decidiste que el cuerno de unicornio había sido el responsable.

Esto nos puede pasar a todos, voz cursiva. De hecho, ese es el motivo por el que varios amigos te aconsejaron que usaras el cuerno de unicornio: igual que tú, basándose únicamente en su experiencia personal y la de varios allegados, sin tomar las precauciones necesarias para filtrar cualquier efecto subjetivo, estaban atribuyendo bondades a un tratamiento que realmente no las tiene.

Supongo que a estas alturas os habréis dado cuenta de que todo esto del cuerno de unicornio es una metáfora para mal llamada «medicina alternativa», que es el nombre que se le da a los tratamientos que no son capaces de demostrar una eficacia mayor que la de un placebo (y, por tanto, no funcionan) y suelen defender su eficacia basándose en anécdotas que no han sido sometidas a ningún control.

En concreto, esta entrada está dedicada a la homeopatía, que últimamente ha estado presente en las noticias porque la Universidad de Barcelona ha eliminado su máster en esta «disciplina».

La homeopatía es un tipo de «medicina» alternativa basado en la creencia de que, cuanto más diluida está una sustancia, más efecto tiene sobre el cuerpo. De hecho, muchas veces los principios activos de los productos homeopáticos están tan diluidos que las soluciones no contienen ni siquiera una molécula del compuesto activo en su interior… Algo a lo que sus defensores (los que la fabrican y venden, básicamente) no dan mucha importancia porque, según ellos, el agua tiene memoria y es capaz de recordar las propiedades de la sustancia que había estado diluida en su interior.

Por supuesto, estas afirmaciones son contrarias a todas las leyes de la física y la química. Pero no hace falta ser físico o químico para darse cuenta, porque van en contra del sentido común: si las sustancias tuvieran un mayor efecto sobre nosotros cuanto más diluidas estuvieran, los bares se estarían haciendo de oro vendiendo vasos de agua con un par de alcohol de ron en su interior (a decir verdad, algunos lo intentan), el agua destilada no serviría para nada y el sorbo del agua más pura del mundo resultaría letal, ya que recordaría cualquier sustancia que hubiera tenido diluida en su interior durante la historia.

Bueeeeno, pero no tienes que ser tan cerrado de mente, Ciencia de Sofá. A lo mejor simplemente no sabemos cómo funciona de momento y está basada en una ley física por descubrir.

Este tipo de argumento lo suelen dar bastante los responsables de este tipo de terapias, pero ten en cuenta lo siguiente. 

Usando estudios de doble ciego como los que he descrito, se ha demostrado una y otra vez la homeopatía no tiene ningún efecto más allá del placebo. Entonces, si la homeopatía no tiene ningún efecto más allá del placebo, significa que no funciona. Y, si no funciona, automáticamente cualquier «teoría» en la que esté fundamentada y, según la cual, debería funcionar, es completamente inválida. No hace falta revisar las leyes de la física, porque el planteamiento de la homeopatía no se ajusta a la realidad desde el principio.

Bueno, vale, ¿y qué más te da que compre homeopatía? ¿No puedo hacer lo que quiera con mi dinero?

Sí, por supuesto. Como si quieres tirarlo todo en una fuente y pedir un deseo, me da igual.

Por suerte, sé que la mayoría de la gente que recurre a los productos homeopáticos los utiliza sólo para intentar aliviar dolencias que no ponen en peligro su vida: dolores de cabeza, resfriados, dolores musculares… Ese tipo de cosas que, en esencia, suelen ser males pasajeros o de los que nuestro cuerpo puede terminar encargándose por sí solo.

Pero lo malo de estos tratamientos es que, pese a que no funcionan más allá del efecto placebo (así que, repito, no funcionan), sus fabricantes no avisan de ello. De hecho, todo lo contrario: Boiron, el principal fabricante de estos productos, dice en su propia página web que la homeopatía «es eficaz«.

Algo curioso porque, como han descubierto todos los estudios que se han hecho hasta el momento, no lo es.

Este tipo de afirmaciones, unidas al hecho de que estos tratamientos pueden dar una impresión de mejoría que no está relacionada con ellos, es peligrosa porque puede llegar a confundir a la gente que no tiene suficiente información sobre ellas y convencerla de que se trata de tratamientos eficaces que sirven para cosas mucho más serias que un resfriado o un dolor de espalda ocasional.

El peligro real es, por tanto, que alguien que sufre una enfermedad que potencialmente podría acabar con su vida, abandone tratamientos que sí que han demostrado funcionar por este tipo de «alternativas» (lo pongo entre comillas porque una alternativa debería ofrecer el mismo efecto que aquello contra lo que intenta competir).

Hombre, tampoco exageres. ¿Cómo iba alguien a hacer tal cosa? 

Pues es un problema mucho más grave de lo que te podrías imaginar, voz cursivaHaciendo click sobre este texto verde encontrarás una lista de gente cuya muerte está relacionada con la homeopatía unida a sus respectivos artículos de la prensa y en ella verás, sobre todo, personas a las que sus homeópatas han convencido para que dejen sus tratamientos médicos convencionales para dejarse tratar por esta disciplina que ha demostrado no funcionar.

A parte de eso, hay gente promoviendo «vacunas homeopáticas» que, en efecto, son una idea tan mala como suena. Estas supuestas vacunas que no inmunizan contra nada en absoluto no sólo ponen en peligro a la gente que las utiliza (que, por desgracia, normalmente son niños cuyos padres que toman las decisiones por ellos), sino también a la gente de su entorno que, por el motivo que sea, no se haya podido vacunar.

Ya hemos visto los efectos del movimiento antivacunas durante los últimos años, sólo faltaría añadir las vacunas homeopáticas al carro.

O sea, que no es ninguna broma. La promoción de este tipo de «alternativas» (que, insisto, no funcionan más allá del placebo y, por tanto, no funcionan) que intentan equipararlos con tratamientos eficaces, unido a la poca información que sus fabricantes dan sobre su nula efectividad, representa un riesgo real para la salud.

Ojo, esto no significa que la homeopatía deba prohibirse. Pero los consumidores merecen saber toda la verdad antes de saber qué es lo que compran, para poder decidir si les conviene o no.

Si, bueno, ¡pero la medicina convencional tampoco es perfecta! ¡Los tratamientos no son 100% efectivos y muchos tienen efectos secundarios!

No lo niego, por supuesto que en medicina hay problemas. Por desgracia muchos tratamientos aún tienen mucho que mejorar y algunos tienen efectos secundarios desagradables, pero siguen siendo mejor opción que no hacer nada o que dejarse en manos de procedimientos que sabemos que no funcionan.

Como dice Tim Minchin: «¿Sabes cómo se llama la medicina alternativa que ha demostrado funcionar? Medicina.«

Pf, ya claro, ¡Ahora he caído! A ti te paga la industria farmacéutica para que hables mal de las terapias alternativas, ¿eh? Todo el mundo sabe que a ellos les sale más rentable mantenerlas ocultas.

Pues la verdad es que están haciendo un mal trabajo ocultando estos tratamientos, porque en el kilómetro de camino que hay de mi casa al gimnasio hay dos herbolarios, una sala de reiki y otro establecimiento que no estoy muy seguro de lo que hace, tal es el popurrí de pseudociencias que vende.

Recurrir a las conspiraciones es una estrategia muy común entre los promotores de estas terapias que no funcionan: cuando sabes que no puedes competir contra la medicina convencional porque todas las pruebas señalan que tu producto no funciona, no hay nada mejor que recurrir al miedo. Si tu producto no tiene beneficios con los que puedas convencer a tus clientes de que te los compren, siempre puedes asustarlos de tu competencia. Al final, si consigues que sean lo suficientemente desconfiados, terminarán comprando tu producto sin que lo hayas demostrado.

Además, no me vengas con conspiraciones sobre intereses económicos, que el bote de extracto de cuerno de unicornio también te lo han vendido. Y probablemente a un precio comparable al que tendría un cuerno de unicornio real.

De ese tema prefiero no hablar.

Pues ahí lo dejamos, voz cursiva. Te dejo algunos enlaces interesantes donde tratan el tema de la homeopatía:

 

 

 

32 comentarios

32 comentarios

Rob marzo 14, 2016 - 8:31 pm

hola a todos, simplemente para aquellos que buscan mas información sobre homeopatía, pueden ver los vídeos de James Randi, que destapó todo el montaje tras los estafadores, y explicó perfectamente el efecto placebo. Muy recomendado, educativo y divertido

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David marzo 14, 2016 - 8:41 pm

Muy bien explicado, todo muy bien. Me ha gustado, solo un pequeño apunte tiquismiquis. Dices: «El tamaño del grupo es importante porque, cuantas más personas puedan ofrecer su testimonio, más precisión tendrán nuestras conclusiones» Y la frase en si es correcta, pero habría que añadirle un pequeño matiz. Cuando la muestra es demasiado grande corres el riesgo de que en el estudio te salga un falso positivo, (error tipo I Alfa) por eso es importante calcular bien el tamaño muestral que necesitas con estadistica antes de hacer el estudio. No es bueno que sea ni demasiado grande,ni demasiado pequeña.

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Maestro Estadistico marzo 14, 2016 - 9:24 pm

Cuanto mayor sea la muestra mejor. Siempre. El intervalo de confianza en el que acotas tu resultado será mas preciso, y tus resultados son por tanto mejores. Si aumentar tu muestra hace que las posibilidades de un falso positivo aumenten, el problema lo tiene el que a diseñado el experimento.

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Daniel betancur marzo 14, 2016 - 11:44 pm

Asi es, hace dos años la homeopatia toco mi puerta para combatir una psoriasis, vaya error, mi psoriasis empeoro mucho, no podia tomar la medicina recetada por mi dermatiologa, mas tenia que gastar un dineral por los medicamentos alternativos.
mi familia me dice : » lo que pasa esque no le pones fe»
jaja puto asco.

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Carlos marzo 15, 2016 - 3:06 am

Todo mentira. Los tratamientos homeopáticos curan la sed mejor que la medicina tradicional!

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Fernando Basaldua marzo 15, 2016 - 4:08 am

Felicitaciones a Jordi y a sus lectores. Te animo a que hables tambien de reiki, yoga, acupuntura, reflexologia, espiritismo, etc… y sobre todo de religion. Saludos.

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Paco marzo 15, 2016 - 2:56 pm

Excelente!

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Alvaro marzo 16, 2016 - 10:58 am

Podrias meter tambien en el artículo toda la sección de parafarmacia de algunas farmacias. Complementos alimenticios que no vale, dietas milagro, suplementos inutiles.Toda la razón del mundo.

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Anónimo marzo 16, 2016 - 4:11 pm

Muy bien explicado, pero hay un problema y es que los que están a favor de esos tratamientos inútiles jamás leerán esto. A lo sumo, las dos primeras frases que se metan con sus creencias y entonces cierren la pestaña del navegador sin más.

En cualquier caso, creo que bastaría con aplicar anestesia homeopática antes de operar a los que están a favor de la homeopatía. De este modo, habría que diluir morfina en suero fisiológico hasta que no quedase ninguna molécula de morfina. Se le aplicaría al animal, digo paciente y se le operaría sin derecho a retractarse a media operación para que se le aplique anestesia real. Tal vez para una operación a corazón abierto sería demasiado bestia, lo reconozco. Aunque podría ser útil para una fractura abierta o unos puntos que no supongan peligro pero sí dolor. Yo hasta lo vería en youtube si se hiciese algo así.

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Albert marzo 16, 2016 - 5:17 pm

🙂 No os metáis con la pobre homeopatía, que no le ha hecho nunca nada a nadie,… XD

Responder
¿Sabes realmente lo que es el efecto pla... marzo 17, 2016 - 2:40 am

[…] Oye, Ciencia de Sofá, el otro día me dolía la espalda y un tipo me vendió una botella con esencia de cuerno de unicornio que me curó. ¿Cómo? ¡Si los unicornios no existen! Me sabe mal decírtelo, pe…  […]

Responder
Prefiero ser anónimo marzo 18, 2016 - 7:46 am

Bueno aquí otro caso más de muerte debido a homeopatía y abandonar la medicina. Mi madre ha muerto de cáncer. Abandonó todo tratamiento por homeopatía, par biomagnetico, agua de mar, reiki, etc. Murió a los dos años de ser detectado.
Intenté hablar con ella mil veces y no había manera. No me explico como no hacen nada para evitar a estos asesinos estafadores que venden ilusión a precio de oro. Una pena.

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Karofaar Sanagar marzo 22, 2016 - 10:32 pm

Mal enlazado:
. «Y probablemente a un precio comparable al que tendría un cuerno de unicornio real.» Sustituye cuerno de unicornio por tu libro
a un precio comparable a cierto libro muy interesante que…;)

. «Y probablemente a un precio comparable al que tendría un cuerno de unicornio real.» Sustituye cuerno de unicornio por national geografic
a un precio comparable al ahorro qe te llevarias si te suscribes a la revista NG…;)

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Javier marzo 23, 2016 - 12:55 pm

Los unicornios sí existen… en la mitología (https://es.wikipedia.org/wiki/Unicornio ). Y no debemos confundirlo con Pegaso https://es.wikipedia.org/wiki/Pegaso
Uno tiene un cuerno, el otro alas. Pero no son lo mismo.

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Bona Caballero marzo 24, 2016 - 4:24 pm

El problema es que cuando vas a la farmacia, no te advierten de que te están vendiendo homeopatía. Así me han colado a mí un jarabe por 10 euracos (me di cuenta de lo que me habían vendido al pasar los días y ver que no hacía nada), cuando unas pastillas de acetilcisteína de 3 euros me solucionaron el problema.
De todas formas esta gente es como una secta, irreductibles a la lógica, por mucho que les expliques que estadísticamente no tiene mejores resultados que un placebo, siguen erre que erre, que a ellos les funciona. Y por mucho que les expliques que no es así, no hay forma de convencerles.

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Enrique Raymond abril 4, 2016 - 12:03 am

Venía a decir lo que Javi, que los que tienen alas se supone que son los pegasos. Por lo demás, gran artículo

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Uxua Conesa Madinabeitia abril 13, 2016 - 10:57 am

Decir que el efecto placebo se reduce al fallo lógico «post hoc propter hoc» es simplista cuando menos.La sugestión sí es importante en la autovaloración de los síntomas, especialmente cuando son tan subjetivos y con tanta carga emocional como el dolor.Hay que decir que esto no «cura», sólo alivia, lo que es distinto.Y claro, el mecanismo es desconocido en su mayor parte, aunque algo se empieza a resolver; se puede demostrar que la administración de bloqueadores de los receptores de las endorfinas reducen espectacularmente el efecto placebo, así que algo tendrán que ver

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Fernando abril 24, 2016 - 11:00 am

Hola. Me ha quedado una duda. ¿Por qué dices que la homeopatía no debería prohibirse? Después de leer el artículo esa afirmación me ha llamado mucho la atención.
Gracias

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Jordi Pereyra abril 24, 2016 - 8:43 pm

Porque creo que prohibir la homeopatía simplemente haría que la gente que la consume se pasara a cualquier otra pseudoterapia sin fundamento… Y tampoco creo que sea buena idea que haya gente diluyendo arsénico de manera ilegal para abastecer la demanda de un producto que ya no se vende. En mi opinión, el único remedio definitivo contra estas cosas es intentar que el público entienda por qué lo que les están vendiendo es una estafa. Si se consigue, entonces la ley de la oferta y la demanda hará que desaparezcan por sí solas.

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Paco mayo 3, 2016 - 9:51 pm

Totalmente de acuerdo con el rechazo a la homeopatía. Aún así el efecto placebo entendido como autosugestión hay casos en los que realmente cura, no un cáncer ni cosas así pero si cosas más relacionadas con el sistema autoinmune por ejemplo en los que la medicina no tiene respuesta a cual es el mecanismo. No estoy defendiendo ningun método fuera de la medicina tradicional y la ciencia, ni yo me pondría en ese riesgo ni por asomo apoyaría a nadie que lo hiciera, sólo digo que hay casos documentados en los que la auto sugestión ha curado. Supongo que algún día se sabrá cómo funciona. Lei que puede ser un remanente de cuando, como mamíferos que eramos y somos, hibernabamos en invierno y que aún podríamos tener algún control de esa época.

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Abel mayo 7, 2016 - 7:29 am

Muchas gracias por hacer un artículo tan claro, extenso y fundamentado que rebate la homeopatía con tal claridad. Hoy en día en la red lo normal es propaganda homeopática por doquier.

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Pedro agosto 24, 2016 - 2:02 am

Impresionante articulo, de los pocos que he visto bien hechos para desviar la atención de lo verdaderamente relevante, la discusión no es la homeopatía, inteligentemente se hace aparecer la alopatia como la mejor opcion, y ademas se adueñaron del concepto de medicina «convencional» y «alternativa» a todo lo que estorbe aunque tengan algunas medicinas mas de 5000 años, en primer lugar la soberbia que la «ciencia» medica actual lo sabe todo, la bioquimica humana simplementes es sumamente compleja en cada ser humano y las implicaciones que tiene intoxicar al ser humano con los supuestos tratamientos es una irreposabilidad calculada por supuesto. Es un Problema mundial
«La gente muere por errores en el diagnóstico, sobredosis de medicamentos, cuidados fragmentados, problemas de comunicación o complicaciones evitables», Y es que, en la actualidad, la muerte por error médico no queda registrada por los informes del gobierno debido a que el sistema estadounidense para asignar un código a la causa de la muerte -la clasificación internacional de enfermedades (CIE)- no dispone de la etiqueta para clasificar el error médico. Porque no dices en tu articulo que en vez de ver unicornios, vemos a la naturaleza y su capacidad con las que nos doto como a todos los animales para una salud verdadera? el tema es que el sistema mundial permite la comida, muerta, la comida chatarra, es decir que primero nos provocan las mal llamadas «enfermedades», el engaño de los germenes y patogenos para luego vendernos la cura por medio de sustancias ajenas al organismo, efectivamente los remedios ni las medicinas son las solucion, atacando los sintomas sin ver las causas, es como el ciego que no puede ver, declaremos la guerra a los colorantes, saboraizantes, consevadores y miles de sustancias que nos introducen dia a dia, como el flour y yodo en sales toxicas hasta la misma agua «pura» que debe buscarse natural con todos los minerales con los que se consumia en la antiguedad, … » por supuesto que en medicina hay problemas. Por desgracia muchos tratamientos aún tienen mucho que mejorar y algunos tienen efectos secundarios desagradables, pero siguen siendo mejor opción que no hacer nada o que dejarse en manos de procedimientos que sabemos que no funcionan.» … esto es una completa irresponsabilidad efectos desagradables? todos los medicamentos tienen efectos segudarios y muchisismos muy graves, pero es muy facil para la profesion medica decir que fueron otras causas y complicaciones, como guion en una gran mayoria de enfermedades el sistema medico actual las clasifica como que no se saben bien las causas, sino sabes porque se te apago el carro, porque le metes mezclas de aditivos para ver si funciona, insisto la bioquimica humana analizada en tiempo real no habra ciencia ni cientifico que puda develar sus complejas interrelaciones en procesos simultaneos, el principo de la responsabilidad que afirma al respecto que uno es tanto más responsable por lo que le ocurra a alguien como resultado de alguna decisión, cuanto más haya influido en que esa persona tomara esa decisión. la gente cree que si los médicos consideran que un determinado procedimiento no es beneficioso, no lo ofrecerán, no obstante esto no sucede Por lo dicho, la obligación es mayor. No basta con la evidencia disponible para un tratamiento. Ésta debe haber demostrado “más allá de la duda razonable” que, “en balance”, dice Malm, el procedimiento ofrecido llevará a beneficios ciertos para el paciente, que superen ampliamente los riesgos y cargas del mismo. Por poner otro ejemplo generalmente los “screenings” o rastreos o estudios diagnosticos toman más en cuenta los resultados favorables para los escasos individuos en quienes se ha detectado la condición patológica en estudio, que los riesgos y daños (físicos, psíquicos, económicos, sociales) causados a la inmensa mayoría de sanos investigados.
Pareciera que se presume que el “screening” (cualquiera) “es bueno hasta que se demuestre lo contrario”, cuando en realidad, como se discutió, debería ser exactamente al revés (sólo ponerlo en práctica si se está seguro de que es beneficioso “en balance”). los problemas originados en este prejuicio: a) en algunos casos, el mismo es decididamente falso b) aún cuando para una determinada condición, la detección precoz facilitara el tratamiento, no se puede asegurar que sea beneficiosa para un paciente en particular, si no se consideran los riesgos y cargas implicados. De éstos enumera 1) recibir tratamiento innecesario o excesivo 2) recibir un tratamiento menos elaborado, probado y mejorado que si se tratara unos años después, al manifestarse la condición patológica, y 3) aunque sea cierto que el diagnóstico temprano mejore una condición patológica determinada “en balance” (beneficio vs. cargas y riesgos), esto tampoco basta para recomendarlo: como la mayoría de los investigados no van a padecer nunca la condición, hay que preguntarse qué beneficios y qué cargas implica para ellos estar en el continuo proceso de “screening”. Esto incluye los riesgos, molestias y costos de las pruebas iniciales; los de los estudios posteriores, considerando también los de los resultados falsos negativos y falsos positivos y el error médico, y la carga psicológica implicada en el proceso, que abarca la falsa sensación de seguridad de los resultados negativos, y el costo psicológico de preocuparse por problemas de salud ocultos y de mirar al propio cuerpo como algo potencialmente peligroso. Además, si un “screening” que estaba en marcha es cancelado por inefectivo, las falsas expectativas creadas son difíciles de cambiar; la información contradictoria frustra a la gente y la lleva a desconfiar de toda recomendación, aún de aquellas sostenidas por la evidencia.
Finalmente considera los costos en términos de la distracción de dinero, tiempo y recursos, de otros programas de más beneficio, hecho señalado también por otros, como el National Health Service británico16.
Más recientemente, Welch agrega cómo, en razón del auge de los “screenings”, buena parte de la entrevista médica se dedica a acciones originadas en ellos, en desmedro de escuchar y atender a los requerimientos y necesidades reales y actuales manifestados por el paciente, aumentando su insatisfacción [21].
Por su parte, Tannock afirma: “desafortunadamente, en medicina, algunos descubrimientos pueden provocar más daño que beneficio”. Este autor expone esto en un trabajo en el que dice irónicamente que desde la institución del “screening”, el cáncer de próstata asintomático “no existe más”, porque el paciente padecerá siempre síntomas, sean los síntomas de la enfermedad, aquellos de los tratamientos instituidos, o la angustia de los controles, a lo que Klotz ha llamado “PSAdynia” (“APEdinia”, dolor producido por el A.P.E.) [22].

En resumen es evidente que vemos dia a dia cada vez mas gente enferma y medicada irresposablemente hasta con diez medicamentos, que medico puede preveer todos los efectos combinados? porque no hablan de las enfermedades medicamentosas?, no necesitamos efectivamente remedios, solo volver a la naturaleza y comer comida viva, en armonia con la naturaleza, es que a los animales que viven en la naturaleza les ha ayudado saber de bioquimica y tratar de comprender como procesan sus cuerpos la comida? se necesita mucha inteligencia para saber que si ponemos basura en un sistema, basura va a salir? se ha estudiado bioquimica y muchas llamadas ciencias para enfermar al ser humano, porque para que mantengamos la salud, no se necesita mas que llevar a la bocas nuestros alimentos fisiologicos… no cabe duda que somos una especie muy estupida… que tu alimento sea tu medicina que tu medicina sea tu alimento…

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Ernesto Urbina abril 11, 2017 - 2:19 am

«pero siguen siendo mejor opción que no hacer nada o que dejarse en manos de procedimientos que sabemos que no funcionan» No necesariamente, en muchísimos casos es mejor solo vigilar que intervenir, como en enfermedades víricas y bacterianas con pronóstico de autoremisión y en dolores causados por exceso de esfuerzo, golpes, luxaciones, etc… La avaricia y la irresponsabilidad de la industria y de los médicos prácticamente han sepultado la efectividad de los antibióticos descubiertos hasta ahora y los antimicóticos van por el mismo camino, han instituido la estúpida costumbre de atacar los síntomas pensando que se ataca a la enfermedad y lo más grave es cuando se hace con la fiebre o el ácido estomacal, por ejemplo, mecanismos de defensa natural contra muchos patógenos, no solo eso, además, la falta de actualización hace que muchos médicos sigan recetando terapias erróneas años después de descubierto el error, como en el caso de los antiácidos para la úlcera, sin mencionar lo irresponsable de intentar monopolizar la atención médica para enfermedades a las que no le han descubierto cura, como la diabetes, el cáncer o el sida, enfermedades a las que no se les busca cura por medios alternativos porque casi todo el financiamiento se concentra en mejorar las terapias alópatas de «control», cuando se podría estar investigando seriamente la herbolaria, por ejemplo. El caso de los psicotrópicos es alucinante, se han descubierto casos de comunidades con altísimas cuotas de adicción a medicamentos «legales» que para todo efecto práctico son igual de graves que la adicción a drogas duras (igual de caras e igual de adictivas), así que sí, sin duda tenemos un gran problema, pero la medicina alópata ha sido igual de irresponsable. Por último, caes en la falacia de falso dilema, que la homeopatía no sirva para nada no significa que la alopatía sea la única solución, ni la mejor, ni en todos los casos, por lo demás, buen artículo.

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Eduardo Baldu Gil abril 18, 2017 - 7:07 pm

Solo hay una cosa en la que no estoy de acuerdo, que no merezca una prohibición. O cuando menos una legislación más exigente. Si a los medicamentos alopáticos se les exigen superar controles estrictos, lo mismo debería hacerse con la homeopatía (o cualquier otro proceso supuestamente alternativo), y si no son capaces de demostrar efectos reales (quienes las producen), deberían ser encausados por estafa y delitos contra la salud. Vender un producto afirmando que tiene efectos curativos cuando no es así, es en primer lugar una estafa, y en segundo un riesgo para la salud del ciudadano, en especial cuando hay enfermos que abandonan los tratamientos alopáticos por esos falsos tratamientos que en más de una ocasión les llevan a consecuencias nefastas, incluida la muerte. En tales casos estamos ante verdaderos homicidios.

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Eduardo Baldu Gil abril 19, 2017 - 10:21 am

Pedro, ¡vaya puto montón de estupideces! En el blog “La ciencia y sus demonios” tienen el título de “Profeta Aneuronado” para gente como tú. Estoy por proponer al propietario de éste la creación de un título semejante para “premiar” entradas de este calibre.
Lo de calificar a la medicina de la antigüedad como conocimientos eficaces e incuestionables es una gilipollez. Un ejemplo, el uso del mercurio, que hoy sabemos de su alta toxicidad, y que fue habitual en muchas culturas.
Otra afirmación totalmente estúpida es vincular la salud a la vuelta a una supuesta “alimentación natural”, considerando esta como la panacea de la salud. La realidad desmiente tal afirmación. En realidad, en toda la historia de la humanidad, nunca la esperanza de vida había sido tan alta, especialmente en los países más industrializados (es decir en aquellos en los que según tú, estamos más sometidos a una mala alimentación y una medicina que nos envenena). Por otra parte, si tus afirmaciones fueran ciertas la fauna salvaje no habría tenido nunca enfermedades, lo cual tampoco es cierto. Majaderías, un cúmulo de majaderías es lo que dices.

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Fernando Serra Hormigo julio 27, 2017 - 1:05 pm

Sobre la posibilidad de «legalizar» placebos. Todo psiquiatra sabe que el efecto de los antidepresivos es fundamentalmente placebo pero es lo que hay https://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2016/03/deberiamos-legalizar-el-placebo.html?m=1

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Franisso Cabrera abril 10, 2018 - 11:46 pm

Esta es una gran entrada Jordi, muchas gracias por ello, entre más personas lo sepan, ahorrarán mucho más y podrán invertir ese dinero en tratamientos de medicina real con resultados que ayuden a mejorar al paciente de forma verdadera.

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Paco Merla abril 21, 2020 - 8:28 am

Muy bueno este documento ,me hice fan xd

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