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¿A qué temperatura están los meteoritos cuando tocan el suelo?

by Jordi Pereyra

Todos hemos visto alguna vez la típica escena en la que los protagonistas de una película o serie se acercan a investigar un objeto que ha caído del cielo y, al llegar al lugar del impacto, encuentran un meteorito clavado en el suelo y echando humo… O vapor… O cualquier otro efecto visual que nos da a entender que su superficie a está muy, muy caliente.

Pero, por muy extendida que esté la idea de que los meteoritos llegan a la superficie de la Tierra casi incandescentes, ese no suele ser el caso, así que…

Así que vas a hablar de meteoritos otra vez, ¿verdad?

Sí, voz cursivaotra vez.

En primer lugar, aclaremos la terminología: un trozo de roca y metal que flota por el espacio, un meteoroide, se convierte en un meteoro si se adentra en nuestra atmósfera y se desintegra antes de tocar el suelo… Que viene a ser lo que comúnmente llamamos una estrella fugaz, vaya. Sólo los meteoroides que sobreviven a su paso por la atmósfera y llegan hasta el suelo tienen el honor de llamarse meteoritos.

Os dejo también una animación que ilustra muy bien la diferencia.

Hay que tener en cuenta es que los meteoroides se mueven a hasta 72 kilómetros por segundo cuando entran en contacto con la atmósfera terrestre. A estas velocidades, el gas que tienen frente a ellos se comprime una barbaridad y, por tanto, su temperatura aumenta muchísimo. De hecho, el intenso calor producido durante esta fase hace que la superficie de los meteoroides se funda.

Ah, vale, ¿y me quieres decir que una bola de metal y roca no va a llegar al suelo calentita después de pasar por este proceso?

Pues no necesariamente, voz cursiva.

Mientras atraviesan la atmósfera, los meteoroides experimentan un fenómeno llamado ablación: el intenso rozamiento con el aire arranca el material fundido que aparece en su superficie debido a las intensas temperaturas involucradas, disipando el calor y dejando expuesto el interior más frío del objeto.

Curiosamente, este mismo principio se utiliza para que la tripulación de los vehículos espaciales no muera achicharrada durante la reentrada en la atmósfera: los fuselajes de las naves están revestidas de materiales que se subliman («vaporizan») cuando su temperatura aumenta demasiado. De esta manera, mientras un vehículo se precipita hacia la Tierra a altas velocidades, su superficie se evapora y el gas caliente se disipa constantemente en el aire, alejando así el exceso de calor del fuselaje e impidiendo que se propague hacia el interior de la nave.

Así quedó el escudo térmico de la misión Apolo 16 tras su reentrada en la atmósfera. (Fuente)

Pero, volviendo a los meteoritos, el caso es que la de ablación deja el material más frío del interior de un meteoroide expuesto al aire. Es difícil decir a qué temperatura se encuentran los meteoroides cuando este proceso termina, pero hay una serie de razones por las que podrían estar mucho más fríos de lo que puede parecer a primera vista.

Por un lado, la temperatura en el espacio ronda los -272ºC. Como resultado, cualquier trozo de roca que lleve 4.600 millones de años dando vueltas por el sistema solar habrá irradiado el calor que pudiera haber acumulado durante su formación así que, con la luz del sol como única fuente de energía, estará relativamente frío cuando le dé por adentrarse en nuestra atmósfera.

Por otro lado, la fusión de la superficie de un meteoroide y su posterior ablación son procesos extremadamente rápidos debido a las altas velocidades involucradas en su entrada en la atmósfera. Por tanto, dependiendo de la conductividad térmica del material que compone el meteoroide, el calor de la superficie fundida podría no tener tiempo de propagarse hacia el interior del objeto antes de ser arrancada por la atmósfera.

Y, por último, suponiendo que un meteoroide sobreviva al proceso de ablación, el aire lo habrá frenado hasta su velocidad terminal cuando se encuentre a entre 5 y 20 kilómetros por encima de la superficie. A partir de ese momento, el futuro meteorito cubre la distancia que le queda hasta el suelo en caída libre, a entre 150 y 300 km/h.

Por supuesto, estas velocidades no permiten que el rozamiento con la atmósfera genere calor adicional que pueda aumentar la temperatura del objeto. De hecho, su efecto es más bien el contrario: el contacto con el aire frío de esas altitudes puede reducir la temperatura de un meteorito mientras se precipita hacia el suelo.

Ah, vale, vale. Entonces todos los meteoritos deben llegar fríos al suelo después de pasar por todo esto.

Bueno, tampoco es así, voz cursiva. Hay demasiados factores que afectan a la temperatura a la que un meteorito aterriza, como su tamaño, su temperatura inicial, el material del que está compuesto o su velocidad. Pero, aunque se pueden hacer aproximaciones teóricas, es complicado comprobar esas predicciones de manera experimental porque… Bueno, porque, para hacerlo, alguien tendría que estar presente en el momento que tocan el suelo para medir su temperatura. Y, claro, que un meteorito caiga cerca de una persona es bastante improbable.

Pero, por suerte, no es imposible.

En este enlace hay varios testimonios de personas que dijeron haber recogido meteoritos justo después de que cayeran… Y las opiniones son variadas: algunos dicen que los meteoritos estaban demasiado calientes para tocarlos, otros los encontraron templados y hay a quién le pareció que estaban notablemente fríos.

Pero los testimonios de esa lista son todos muy antiguos, de principios del siglo XX o anteriores, así que he buscado más información en la base de datos de The Meteorical Society y he encontrado otros casos interesantes que vienen a cuento. Por ejemplo:

  • Jalisco (México), 2007. Un hombre escuchó un estruendo en la parte trasera de su casa a las 3 de la madrugada y encontró una piedra de 1,36 kg que estaba caliente al tacto. Usó esa piedra como tope para la puerta durante 4 años hasta que, en 2011, se dio cuenta de lo que era después de ver un documental sobre meteoritos y la vendió.
  • Pernambuco (Brasil), 2013. Un meteorito de 1,55 kg cae a menos de un metro de un hombre a las 15:00. Al tocarlo, una de sus caras estaba caliente y la otra fría.
  • Breitsheid (Alemania), 1956. Se encuentra un meteorito que cayó al suelo después de romper varias ramas. Los testigos dijeron que seguía caliente media hora después de recogerlo.
  • Haverö (Finlandia), 1971. Un meteorito atraviesa las tejas de hormigón del tejado del almacén de una granja. La familia dijo que la roca que encontraron estaba «cálida, pero no caliente«.
  • Gorlovka (Ucrania), 1974. Un meteorito de 3,6 kg cae a unos 20 metros de un grupo de residentes, dejando un agujero de 25 cm de diámetro y 10 cm de profundidad. Tras su recogida inmediata, notaron que estaba frío.
  • Acapulco (México), 1976. Un meteorito de 1,9 kg deja un cráter de 30 centímetros de profundidad. Los testigos dijeron que estaba frío cuando lo recuperaron, 15 minutos después del impacto.

La verdad es que me fío más de esta segunda base de datos más moderna pero, en cualquier caso, parece claro que algunos meteoritos sí que llegan fríos al suelo de vez en cuando.

Estupendo, un detalle muy curioso. ¿Pero todo esto tiene alguna importancia científica real o me lo comentas porque un día estabas aburrido mirando la base de datos de los meteoritos?

Pues, aunque parezca una chorrada, los meteoritos que llegan fríos al suelo no son sólo una curiosidad. De hecho, se cree que podrían ayudarnos a entender mejor cómo se formó el sistema solar.

Se ha especulado que se podría encontrar hielo «extraterrestre» atrapado en algún meteorito caído en la Antártida porque, si su interior hubiera permanecido frío durante la caída, las bajas temperaturas de la superficie del continente helado podrían haberlo mantenido a una temperatura lo suficientemente baja como para que su contenido no se funda.

Un meteorito de esta clase sería interesante, porque ofrecería la posibilidad de estudiar la composición química de los primeros hielos que se cristalizaron después de que se formara nuestra estrella y que habrían estado dando vueltas por el espacio desde entonces. Básicamente, serían auténticas cápsulas del tiempo que nos permitirían descubrir detalles interesantes sobre el origen de nuestro sistema solar, igual que la datación de otros meteoritos antiguos nos ha permitido descubrir que su formación ocurrió hace 4.600 millones de años.

Además, el hecho de que los meteoritos puedan llegar fríos al suelo también tendría implicaciones para la hipótesis de la panspermia,  la idea de que la vida podría haber pasado de un planeta a otro a bordo de meteoritos: si el interior de los meteoritos se mantiene a una temperatura baja durante su entrada en la atmósfera, entonces la vida más simple que pudieran contener sería capaz de sobrevivir a la entrada en la atmósfera sin ser carbonizada. De momento no hay ninguna prueba sólida de que este fenómeno haya ocurrido en nuestro sistema solar, pero esto la dotaría de más credibilidad.

 

Y aquí acaba bruscamente la entrada de hoy. Antes de pasar a la publicidad, quería avisar de que estaré de viaje en Islandia hasta el 10 de septiembre, así que no podré escribir ninguna entrada nueva la semana que viene, pero iré colgando fotos o cosas que me parezcan interesantes en la cuenta de Instagram del blog (@cienciadesofa) y/o en la página de Facebook (con el mismo nombre).

Y, ahora sí, ahí van mis informaciones de siempre.

 

 

8 comentarios

8 comentarios

rdhd agosto 31, 2017 - 11:16 am

Saliendo del tema principal, pero quedándome con el dato de que los meteoritos caen con cualquier velocidad, incluso muy baja, y ángulo en su última etapa, eso no explica la mayor parte o todos los avistamientos OVNI, como el de Manises, incluso el de kennet arnold, el primero, no estaría viendo un meteorito deshaciéndose BAJO él?

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leosamut agosto 31, 2017 - 9:44 pm

interesante como siempre, los meteoritos no son mas que pedazos de materia, prueba de los eventos salvajes que ocurren en el universo por las fuerzas a las que esta sometido, no es raro que sean entonces portadores de formas basicas de vida, que al entrar en contacto bajo condiciones favorables evolucionan a lo largo de millones de años siendo responsables de la vida no solo en este si no en muchos otros planetas.

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leosamut agosto 31, 2017 - 9:45 pm

hace poco termine de leer las novelas de saga de los cheela de robert forward, y me dejo pensando si en realidad es posible una forma de vida en condiciones tan extremas como en una estrella de neutrones.

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yo mismo septiembre 7, 2017 - 6:14 am

Teniendo en cuenta que una de las bases de la vida en la tierra es el agua no creo que pudiera existir.
Aún así la intensa radiación destruiría todas sus cadenas de ADN/ARN y la achicharraría

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Ros Lauga septiembre 13, 2017 - 1:57 pm

Es una tontera pero la temperatura del espacio creo que es de -270ºC y no de -272ºC. Cercano al absoluto pero por la radiación propia del espacio remanente del big bang hacen que se mantenga esa temperatura. Por favor confirmar.

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Emanuel septiembre 14, 2017 - 1:58 am

Jordi te quería preguntar algo que surgió en un grupo de facebook. que pasaría si imaginamos que la tierra es estatica, y que venus tambien es estatico. que pasaria si pusiéramos 2 personas, una en cada planeta y que pasaría si unimos esas 2 personas con una cuerda. si, una cuerda que sea tan larga como la distancia entre la tierra y venus. y que pasaria si una de las personas tira de la cuerda? la otra persona tardaría 2 minutos en sentir el tiron o lo sentiría instantáneamente? esto va por el tema de la velocidad de la luz. en tal caso ese tiron estaría viajando mas rápido que la velocidad de la luz. Obviamente todo hipotético.

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Jordi Pereyra septiembre 14, 2017 - 11:04 am

La perturbación provocada por el tirón no se propagaría por la cuerda instantáneamente ni a la velocidad de la luz, sino a la «velocidad del sonido» que le corresponde al material del que está hecho esa cuerda!

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Ezequiel Zamudio Corral abril 8, 2020 - 12:32 am

Donde puedo saber si lo que encontre es un meteoritl y puede tener algun valor en el mercado (CULIACAN, SINALOA, MEXICO)

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