Inicio Astronomía ¿Existen evidencias sólidas de que Marte albergó vida en el pasado?

¿Existen evidencias sólidas de que Marte albergó vida en el pasado?

by Jordi Pereyra

Hace poco se anunciaba que el rover Curiosity podría haber encontrado señales de que existió vida en Marte en el pasado. Siendo más concretos, lo que encontró fueron estas pequeñas formaciones rocosas:

Las estructuras tienen un grosor de alrededor de 1 mm y la más larga mide unos 5 mm de longitud. (Fuente)

Aaaah, sí, sí. Los indicios de vida se ven muy claramente.

Menos recochineo, voz cursiva. Las posibles señales de vida de las que hablo son esas estructuras tubulares de la imagen que tienen un color ligeramente distinto al resto de la roca y que recuerdan a unas marcas fósiles que, en la Tierra, son las «madrigueras» petrificadas de antiguos organismos que vivían enterrados bajo el suelo.

Restos «fosilizados» de los túneles excavados por algún organismo bajo la superficie de un océano antiguo. (Fuente)

¡Entonces por fin tenemos señales de que la Tierra no es el único planeta donde ha aparecido vida alguna vez! ¡Por fin podremos resolver la paradoja de Fermi! ¿Por qué esto no sale en todas las noticias? ¿Por qué no estamos todos celebrando que…?

Caaalma, caaalma, es verdad que los tubos de roca que ha encontrado el Curiosity se parecen a unos fósiles que son abundantes en la Tierra, pero eso no significa que una forma de vida ya extinta creara estas estructuras. De hecho, existen otros fenómenos que pueden dar lugar a formaciones geológicas parecidas sin que intervenga ningún organismo vivo en el proceso.

Por ejemplo, unos objetos muy comunes que también podrían adoptar formas como las que se ven en las imágenes enviadas por el rover son las concreciones, que son masas compactas formadas por los minerales que se precipitan en los huecos que hay entre las rocas. Aquí tenéis algunos ejemplos:

(Fuente)

Por otro lado, a juzgar por los ángulos tan cerrados que presentan los «tubos» de la imagen marciana, estas formas también podrían haber sido creadas por algún tipo de cristales con una geometría angulosa que, al disolverse, habrían dejado sus siluetas grabadas en la roca. La cuestión es que distinguir si una estructura tiene un origen biológico o mineral puede ser complicado incluso en la Tierra así que, sin evidencias sólidas que sugieran lo contrario, lo más probable es que estos «tubos» que ha encontrado el rover Curiosity no sean las marcas dejadas por una antigua forma de vida marciana, sino estructuras puramente minerales… Aunque eso no queda tan llamativo en un titular.

En cualquier caso, no es la primera vez que los científicos han encontrado estructuras similares a fósiles terrícolas en una roca marciana.

En 1984 se encontró un meteorito de 1,93 kg en la Antártida que fue bautizado con el nombre de Allan Hills 84001. El análisis isotópico de la roca permitió concluir que la roca había llegado a la Tierra desde Marte, lanzada al espacio por algún impacto meteorítico en el pasado. Además, el análisis de los carbonatos que contiene el  meteorito sugiere que la roca se pudo formar en un acuífero subterráneo a una temperatura de unos 18ºC, donde los carbonatos se iban precipitando a medida que el agua se evaporaba.

Pero lo que realmente llamó la atención de esta roca es la presencia de pequeñas estructuras en el interior del meteorito que recordaban a los restos de bacterias fosilizadas. Pese a que el meteorito pasó unos 13.000 años enterrado bajo el hielo Antártico antes de ser descubierto, estas estructuras no tenían pinta de ser material terrestre que se hubiera depositado sobre el meteorito tras su caída, sino que estaban formadas por minerales que pertenecían a la estructura de la propia roca marciana.

(Fuente)

¡ENTONCES SÍ QUE EXISTEN SEÑALES DE VIDA EN MARTE!

Pues siento decepcionarte otra vez, voz cursiva, pero no necesariamente. De nuevo, nos encontramos ante estructuras que recuerdan a las marcas fosilizadas de organismos terrestres extintos, pero que también se pueden formar sin la intervención de un ser vivo.

En primer lugar, la estructura alargada de la imagen anterior tiene la centésima parte del grosor de un cabello humano (entre 70 y 300 nanómetros) y está hecha de magnetita, un mineral con base de hierro que algunas bacterias terrícolas utilizan para alinearse con el campo magnético de nuestro planeta. En la Tierra, la «espina dorsal» de magnetita de estas bacterias puede terminar fijada en la roca cuando mueren y, si se dan las condiciones necesarias, quedar preservada para la posteridad.

(Fuente)

Teniendo esto en cuenta, al principio se anunció que estas pequeñas líneas de magnetita que presentaba el meteorito marciano no se podrían formar sin la intervención de algún organismo microscópico y que, en efecto, estas pequeñas filas de magnetita sólo podían ser los restos fósiles de alguna bacteria que había vivido en el planeta rojo. Pero, en 2006, unos investigadores recrearon las condiciones en las que se formó la roca y consiguieron replicar las mismas estructuras de magnetita sin intervención de ningún organismo vivo, lo que pone en duda el origen biológico de estas marcas.

Por tanto, tampoco se puede afirmar que las estructuras del meteorito Alan Hills 84001 sean los restos fósiles de antigua forma de vida microscópica.

Este tipo de formaciones que parecen fósiles, pero que no lo son, se llaman pseudofósiles y no sólo se encuentran en las rocas marcianas. Existen muchos ejemplos de pseudofósiles en la Tierra, pero uno de los más comunes se puede encontrar en la piedra caliza de la que están forradas las paredes de algunas casas, que a menudo presentan este tipo de marcas:

(Fuente)

Si sois aficionados a la paleontología, es probable que la primera vez que visteis estos patrones en la roca pensarais que debía tratarse de algún tipo de planta fosilizada… Pero, no, esto son fósiles: son estructuras que forma el óxido de manganeso al filtrarse a través de la roca y cristalizar siguiendo este patrón dendrítico.

Total que, de momento, en la superficie marciana no se han encontrado indicios convincentes de que exista vida presente o pasada en el planeta Marte.

Bueno, vale, pero, es bastante probable que un día se lleguen a encontrar, ¿no?

Pues no necesariamente, voz cursiva. Es verdad que Marte pudo ser un mundo habitable en el pasado y, de hecho, se cree que el hemisferio norte del planeta llegó a estar casi completamente cubierto de agua, pero eso no significa necesariamente que se llegara a desarrollar vida sobre él. E, incluso suponiendo que hubiera aparecido vida sobre el planeta rojo en el pasado, encontrar señales de ella sería muy complicado.

Veamos por qué.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que, en la Tierra, pasaron entre 2.000 y 3.000 millones de años hasta que los organismos unicelulares empezaron a evolucionar para dar lugar a la vida pluricelular, la que puede convertirse en organismos macroscópicos complejos. Siendo la evolución un proceso tan lento y teniendo en cuenta que Marte «sólo» contó con océanos y un clima templado durante unos 1.000 millones de años, es probable que las únicas formas de vida llegaran a emerger en el planeta rojo (si es que aparecieron) fueran bacterias u otros organismos microscópicos simples, un tipo de vida que no sólo produce fósiles diminutos y muy complicados de encontrar sino que, además, dejan marcas difíciles de distinguir de otras formaciones que no tienen un origen biológico.

Pfff… Entonces, si unas estructuras extrañas en las rocas no permiten concluir si estamos ante los restos de un ser vivo fosilizado o una formación mineral, ¿qué se supone que hay que encontrar para determinar si ha existido vida en Marte?

Bueno, hay dos escenarios en los que se podría afirmar con relativa seguridad que el planeta rojo albergó vida en el pasado:

  • Si, contra todo pronóstico, se encontraran fósiles de organismos pluricelulares complejos que no dejasen lugar a dudas de que estamos ante una forma de vida fosilizada.
  • Si se encuentran el tipo de rastros químicos que puede dejar la vida en su entorno como, por ejemplo, restos de lípidos o de aminoácidos que se podrían haber conservado entre las rocas hasta la actualidad.

Dado que no se espera que haya existido vida compleja en Marte, esta segunda opción parece la más viable… Pero, para variar, tiene sus complicaciones.

Existen procesos abióticos que pueden producir las mismas moléculas que los seres vivos, así que encontrar este tipo de sustancias no es suficiente para determinar si hubo vida en Marte en el pasado. Pero, por una vez, el problema tiene solución: una manera de distinguir si una sustancia ha sido producida por un ser vivo o por un proceso mineral es buscar indicios de que sus moléculas han pasado por algún tipo de proceso de selección mientras formaban parte de un organismo vivo como, por ejemplo, que tengan una quiralidad preferida.

Ya, pero que es la quiral…

Ya voy, voy cursiva, ya voy.

Pese a que dos moléculas puedan tener la misma composición, estructura y propiedades químicas y, por tanto, ser moléculas de la misma sustancia, sus átomos pueden estar organizados de manera que una molécula sea una imagen especular de la otra. Dicho de otra manera, existen versiones «zurdas» (levógiras) y «diestras» (dextrógiras) de las moléculas, en función de la dirección en la que está orientada su estructura. Esa orientación es lo que en química se llama quiralidad.

(Fuente)

Lo curioso es que los procesos químicos que posibilitan la vida en la Tierra tienen preferencia por una de las dos orientaciones: pese a que las dos versiones de las moléculas ocurren en la naturaleza, la vida tiende a adoptar y producir sólo una de ellas. Por ejemplo, los aminoácidos que componen los organismos vivos siempre son levógiros, mientras que los azúcares son dextrógiros.

No se sabe exactamente por qué ocurre este fenómeno ni cómo surgió pero, si en la superficie marciana se encontraran restos de aminoácidos cuyas moléculas presentaran un claro sesgo hacia una de las dos orientaciones, entonces sería mucho más probable que esas moléculas hubieran pertenecido alguna vez a (o hubieran sido producidas por) un ser vivo.

Menos mal, me alegra ver que al menos existe alguna manera de distinguir las señales de vida auténticas de las falsas. 

Bueno, sí, pero me temo que tengo que decepcionarte una vez más, voz cursiva: incluso aunque se encontraran señales de vida microbiológica pasada o presente en Marte, antes de cantar victoria habría que asegurarse de que se trata de verdaderos restos de vida marciana y no de sustancias producidas por las bacterias terrícolas que podrían haber llegado a la superficie marciana a bordo de la sonda.

Esto es una pesadilla…

Nadie dijo que buscar vida microscópica de manera remota en la superficie de un planeta que está a decenas de millones de kilómetros de distancia iba a ser fácil. En cualquier caso, la conclusión de la entrada de hoy es que no existen evidencias sólidas de que exista o haya existido vida en Marte y que, si existieran, habría que estudiarlas concienzudamente y descartar cualquier posible falso positivo antes de anunciar a los cuatro vientos que no estamos solos en el universo.

Hasta aquí llega la entrada de hoy y, para variar, os dejo con la publicidad.

 

 

2 comentarios

2 comentarios

Pablo enero 23, 2018 - 10:16 pm

Muchas gracias por el artículo Jordi, me encanta tu blog desde que lo descubrí!

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Ismael enero 23, 2018 - 11:51 pm

Mucho esfuerzo y poca fe.decepcion para el cientifico pero mas pruebas de vida en otros mundos

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