En el vídeo de hoy extraigo azufre de los cristales de pirita cúbicos que encontré en la mina de Navajún (La Rioja).
diciembre 2019
En el último artículo comenté que uno de los fenómenos que erosionan la superficie lunar son los micrometeoritos, diminutos fragmentos de material que pululan por el espacio y que bombardean continuamente nuestro satélite, triturando poco a poco las rocas que se encuentran sobre él. Después de enterarse de esto, un lector llamado Rubén se fue directo a la sección de comentarios de la entrada para preguntar cómo afecta el impacto de todos esos meteoritos microscópicos a los espejos instalados en la Luna.
Espera, ¿de qué espejos estaba hablando?
Imagino que se refiere a estos retroreflectores que colocaron los astronautas de la misión Apolo 11 y que llevan 50 años sobre la superficie lunar:
(Fuente)
La cuestión es que el comentario de Rubén hizo que me preguntase cómo de peligrosos resultarían los meteoritos (ya sean «micro» o «macro») para los futuros habitantes de las colonias que se lleguen a establecer en la Luna y para su infraestructura. Al fin y al cabo, el hecho de que nuestro satélite no tenga atmósfera permite que cualquiera de los millones de pequeños fragmentos de material que dan vueltas alrededor del sol junto a nosotros se estrelle contra la superficie lunar a velocidades del orden de las decenas de kilómetros por segundo… Así que, a primera vista, parece que las cosas no pintan muy bien.
Por suerte, he encontrado un estudio de 1991 que da una idea aproximada del riesgo que suponen los meteoritos en la Luna.
El estudio en cuestión analizaba la viabilidad del Lunar Transit Telescope (LTT), un telescopio de 2 metros de diámetro que se iba a instalar sobre la superficie de nuestro satélite como parte de un proyecto que no llegó a salir adelante llamado First Lunar Outpost (FLO). Al evaluar el riesgo que suponen los micrometeoritos para el telescopio, el autor estimó que su espejo sólo experimentaría unos 3 impactos cada año porque todos los objetos que no siguieran una trayectoria de colisión directa con él chocarían con el tubo del aparato. Como el diámetro de los cráteres resultantes sería microscópico, esos 3 impactos anuales se traducirían en la destrucción de sólo una 200-millonésima parte de la superficie del espejo a lo largo de la vida útil del telescopio. Por tanto, el estudio concluye que los micrometeoritos no representarían una amenaza a corto plazo para el funcionamiento de un telescopio instalado en la Luna.
Ahora bien, cabe señalar que los retroreflectores de los que hablaba Rubén ya no reflejan los pulsos de luz que se les envían desde la Tierra con tanta eficiencia como cuando fueron instalados. Esto se debe, en parte, a que estos espejos no están colocados al final del tubo de un telescopio, de modo que una cantidad mayor de micrometeoritos choca con ellos porque su superficie puede ser alcanzada desde muchas direcciones diferentes. Aun así, la acumulación de microcráteres tiene un efecto tan pequeño en estas escalas de tiempo que la causa más probable de esta disminución de la reflectividad de los espejos es la deposición de polvo lunar sobre su superficie.
Teniendo en cuenta estos datos y el hecho de que se considera que los objetos que tienen un diámetro inferior a 1 centímetro no representan un riesgo catastrófico para los satélites que están en órbita de la Tierra, creo que tiene sentido concluir que el bombardeo de micrometeoritos no debería representar un problema a corto plazo para las estructuras que construyamos en la Luna y que su efecto sólo se volverá visible con el paso de las décadas, a medida que su superficie vaya acumulando microcráteres.
Ya, bueno, pero, ¿y si esos granos de polvo espacial impactan con un astronauta, que no está hecho de metal ni de roca?
Es que los astronautas no se pasean desnudos por el espacio, voz cursiva. Los trajes espaciales están hechos de varias capas de distintos materiales que tienen funciones diferentes, pero entre ellas se encuentra un revestimiento de Kevlar que absorbe la energía de los micrometeoritos que chocan con él. De todas maneras, conviene recordar que la mayor parte de estos objetos tienen unos pocos micrómetros de diámetro y que el daño que pueden ocasionar es mínimo. Es más, en esta imagen aparecen los desperfectos provocados por algunos micrometeoritos en el tejido externo de un recubrimiento espacial y podéis ver que los «cráteres» que dejaron no son mucho más grandes que las costuras del propio material.
(Fuente)
Hm, entiendo… ¿Y si lo que impacta con el astronauta es un objeto de unos cuantos milímetros o centímetros de diámetro? Porque supongo que eso no lo puede parar un traje espacial.
Supones bien, voz cursiva: el impacto de un objeto de estas características a velocidades decenas o cientos de veces superiores a las de una bala (la velocidad típica de los meteoroides) sí que podría matar a un astronauta. Pero, afortunadamente, los astronautas están protegidos de estos objetos por la estadística, porque la inmensa mayoría de los fragmentos de material que hay en el espacio tienen un tamaño microscópico y los trozos más grandes son menos abundantes cuanto mayor es su tamaño. De hecho, el mismo autor del estudio sobre la viabilidad del telescopio lunar estimó que la probabilidad de que un astronauta sea alcanzado por un meteoroide con un diámetro en el rango de los centímetros ronda de 1 entre 1.000.000 a 1 entre 100.000.000 por año.
Esta estimación concuerda (más o menos) el recuento de los destellos que se observan en la Luna de vez en cuando y que están provocados por el impacto de meteoritos pequeños sobre su superficie. En este caso, se estima que unos 8 objetos de unos pocos centímetros de diámetro chocan con la Luna cada hora, así que, asumiendo que la distribución de las colisiones es uniforme por toda la superficie lunar, la probabilidad de impacto de uno de ellos por cada metro cuadrado de la Luna es de 1 entre 2.000.000.000 cada año.
O sea, que, en principio, los futuros colonos espaciales que estén leyendo esto pueden respirar tranquilos porque, aunque los micrometeoritos son muy abundantes, liberan tan poca energía al chocar con otras cosas que no representan una amenaza a corto plazo. Y, además, el riesgo de colisión con un objeto lo bastante grande como para causar un daños serios a un ser humano o una estructura es extremadamente bajo.
¡Menos mal! ¡Entonces los futuros astronautas que vayan a vivir a la Luna se podrán pasear por su superficie tranquilamente!
En realidad no, voz cursiva.
¿Pero no has dicho que los meteoritos no representan ningún peligr…?
Lo sé, lo sé, es que no lo digo por los meteoritos, sino por los altos niveles de radiación a los que estarían sometidos debido a su exposición constante a los rayos cósmicos… Pero la entrada de hoy termina aquí, porque de este tema hablé con más detalle en el siguiente vídeo:
Hoy os traigo vídeo por partida doble con la colaboración de Aythami Soto, del canal ReaccionaExplota: uno en mi canal hablando sobre las interesantes propiedades del mercurio y haciendo experimentos con él y otro en su canal metiendo la mano en nitrógeno líquido y jugando a «la patata congelada». ¡Espero que os gusten!