El ciervo ratón (no confundir con el ratón ciervo) es el animal con pezuñas más pequeño del mundo.
Fuente, aquí.
Viven tanto en África como en Asia pero, mientras las especies asiáticas pesan entre 0.8 y 8 kg, las africanas oscilan entre los 7 y 16 kg. Pese a su pequeño tamaño, tienen cuatro estómagos que les ayudan a digerir las plantas que ingieren.
La naturaleza le da prioridad a los estómagos antes que a las patas.
Aunque la mayoría de las especies de ciervo ratón son herbívoras, el ciervo ratón de agua, que sólo se encuentra en África, a veces come cangrejos, peces o incluso restos de cadáveres de otros mamíferos. No recibe este nombre porque sea capaz de nadar ágilmente (las pezuñas son el opuesto matemático de las aletas), sino porque durante su vida no se alejan más de 250 metros de una masa de agua. Dada su condición de carroñeros, los colmillos de esta especie son más largos, hasta el punto que les sobresalen.
Una característica común que comparten los carroñeros es su cara de cabrones.
El segundo mamífero raro de hoy es la ardilla gigante india. Son llamativas porque, a parte de ser enormes, su pelaje está pigmentado con varios tonos diferentes y por su cara un tanto… Peculiar.
Suelen medir unos 60 centímetros de la cabeza a la cola y pesar unos 2 kg, así que no tienen mucha competencia en su ecosistema. Eso sí, la poca que tiene es bastante seria: sus dos únicos depredadores son aves de presa (léase cosas parecidas a águilas) y leopardos.
Para «combatir» a los primeros, la ardilla gigante india simplemente se queda paralizada y aplasta su cuerpo contra la rama sobre la que esté, una conducta un tanto extraña, tendiendo en cuenta que su especie puede dar saltos de hasta 6 metros, pero esto le sirve para mimetizarse con el entorno y, con suerte, que su atacante le pierda de vista.
Su táctica para evitar ser comida por leopardos, en cambio, es más efectiva: construyen nidos en forma de globo en ramas muy altas y delgadas, lo suficientemente resistentes para aguantar su propio peso, para que los leopardos no puedan alcanzarlas (o, si el leopardo no respeta su propia vida y llega hasta el nido, al menos que la rama se rompa y todo el mundo muera a modo de venganza).