No es que no se compongan de protones, neutrones y electrones. Lo que pasa es que no están dibujados a escala.
Pongámonos primero en situación y veremos por qué los libros tiraron la toalla y prefirieron publicar mentirijillas piadosas.
Todos sabemos que la materia está compuesta átomos, pero el problema es que son tan pequeños que no podemos hacernos una idea de la escala del asunto. Como trabajar con algo tan insignificante es un percal, los químicos idearon un método para poder tratar las magnitudes con las que estaban jugando. Definieron una unidad, el mol, que equivalía al peso que corresponde a la friolera de 602.300.000.000.000.000.000 átomos de cualquier elemento. Y, por no hablar de trillones cada vez que saliera el tema, a esta constante le llamaron el número de Avogadro.
Así, habiendo acordado una cantidad fija de materia, podían medir el conjunto en cantidades manejables a simple vista y hacerse una idea del peso y el tamaño de los ladrillos básicos que componen un material.