Alberto Sedano ha visto el tráiler de una nueva película de Marvel llamada Ant-Man (os juro por los dioses nuevos y los viejos que no os estoy colando una entrada patrocinada), un superhéroe que tiene un traje que le permite reducir su tamaño al de una hormiga. La película juega con ese concepto que nos suena a todos de «una hormiga puede levantar tropecientas veces propio su peso» para dotar a Ant-Man de una fuerza sobrehumana o, mejor dicho, humana.
Viendo el panorama, a Alberto le ha surgido la siguiente duda: ¿Qué hay de verdad en eso de que si nos hiciéramos pequeños seríamos más fuertes?
Hablemos primero hablaremos de biología para responder a esta pregunta y luego ya veremos si Marvel ha dotado a Ant-Man de unos superpoderes proporcionados.
Si doblamos el tamaño de un objeto cualquiera, su masa no se duplicará como cabría esperar si no le diéramos muchas vueltas al asunto. En realidad, la masa de un objeto aumenta en la misma proporción que su volumen, lo que significa que crece siguiendo una progresión cúbica (una potencia de 3, vaya).
Si esto os suena raro, es muy fácil de ver en el caso de un cubo. Al duplicar el tamaño de cada una de sus tres dimensiones espaciales, el cubo aumentado tendrá un volumen 8 veces mayor que el original y, por tanto, será 8 veces más masivo.