Hace poco vi la película Interstellar y la verdad es que me encantó, aunque personalmente creo que marearon demasiado la perdiz con el final (esto no cuenta como spoiler, ¿no? La película no acaba con Matthew McConaughey literalmente mareando una perdiz).
Antes de empezar, recomiendo la lectura de mis dos artículos sobre la relatividad especial o, lo que es lo mismo, cómo alguien que viaje a velocidades cercanas a las de la luz percibirá el tiempo de manera diferente a un observador que está quieto (en este artículo) y cómo afecta este mismo fenómeno a su masa y su percepción de las distancias (en este otro). No es imprescindible, pero creo que refrescar esos conceptos os ayudará a seguir este artículo.
El caso es que, para terminar de perfilar el tema de la relatividad de Einstein, me faltaba hablar sobre la relatividad general o cómo la propia gravedad afecta al transcurso del tiempo. Y precisamente Interstellar me ha dado la excusa perfecta para hacerlo porque hay una escena en la que enseña de manera muy clara los efectos de que el tiempo pase más despacio cerca de objetos muy masivos. La escena era más o menos así (he intentado camuflarla para no hacer spoilers):
Venga, cuéntame otra. Lo de que la velocidad afecta al transcurso del tiempo tiene un pase pero, ¿esto? Me voy a Facebook a ver vídeos de gatos.
¡Espera, voz cursiva! Te prometo que este efecto también es real, por extraño que parezca. De hecho, hoy intentaré explicar por qué ocurre.
Si no habéis tenido ganas de leer las entradas que he mencionado, esto es lo que necesitáis saber sobre la teoría de la relatividad: como la velocidad de la luz es constante, Albert Einstein postuló que siempre la vemos propagándose a la misma velocidad (300.000 km/s), independientemente de lo rápido que nos estemos moviendo. Esto significa que, incluso aunque persiguieras un rayo de luz montado en una nave a 290.000 km/s, el rayo se alejaría de ti a la misma velocidad que si estuvieras quieto.
La idea es muy poco intuitiva pero, por raro que parezca, los experimentos demostraron que Einstein tenía razón y que la única manera de que un rayo de luz parezca moverse siempre a la misma velocidad, por muy deprisa que vaya el observador, es que su percepción del espacio y del tiempo se vea alterada cuanto más rápido se mueve. O sea, que la percepción del espacio y el tiempo cambia dependiendo de tu velocidad, una idea que pasó a llamarse teoría de la relatividad especial.