Antes de que alguien se ponga tiquismiquis, quiero aclarar un detalle del título de la entrada: no voy a hablar del peso de los planetas, sino de su masa. El peso de un objeto es la fuerza que ejerce su masa cuando está sometida al efecto de la gravedad, así que el peso de una cosa cambiará según la intensidad del campo gravitatorio al que esté sometido, pero su masa siempre será la misma. Por ejemplo, en la Luna pesamos menos que en la Tierra, porque la gravedad en su superficie es menor, pero la masa que contiene nuestro cuerpo es la misma. Total, que en el título he elegido la palabra «pesar» porque el término es más coloquial y fácil de entender, pero, nada, que aquí vengo a hablar de masa.
Dicho esto, cuando se descubre un nuevo planeta más allá de nuestro sistema solar, los astrónomos miden, entre otras cosas, su masa. Este dato les permite saber si han encontrado un gigante gaseoso como Júpiter, un planeta rocoso parecido a la Tierra… O algo que no termina de encajar ni en una categoría ni en otra. Pero, ¿cómo se puede conocer la masa de un objeto tan gigantesco que no lo puedes colocar sobre ninguna báscula concebible y que, además, está separado de ti por años-luz de espacio vacío?
Para responder esta pregunta, empezaré usando la masa de la Tierra como ejemplo.
Como la intensidad del campo gravitatorio de un objeto depende directamente de su masa, el estudio de la gravedad de un cuerpo celeste nos permite deducir cómo de masivo es. Por tanto, no necesitamos una instrumentación científica súper avanzada para descubrir la masa de la Tierra, porque se puede hacer fácilmente en casa tirando cualquier cosa al suelo y midiendo cuánto tiempo tarda en caer. Cualquier objeto sirve para hacer el experimento, pero es mejor que uséis algo que no se rompa cuando impacte contra el suelo como, por ejemplo… No sé… Cualquiera de los libros de Ciencia de Sofá (guiño, guiño).
Sabiendo cuánto tiempo ha tardado el libro en tocar el suelo suelo desde varias alturas, podemos calcular a qué ritmo estaba siendo acelerado hacia la superficie mientras caía, una cifra que ronda los 9,81 metros por segundo cada segundo (aunque sufre ligeras variaciones de un lugar a otro del planeta, como comentaba en esta otra entrada). Si multiplicamos este número por la masa del libro, obtenemos la fuerza con la que lo atrae la gravedad terrestre.
Ahora bien, gracias a la ley de la gravitación universal de Newton, sabemos que, además, la intensidad de la fuerza gravitatoria que aparece entre dos objetos depende de sus masas, del cuadrado de la distancia que los separa y de la constante de gravitación universal.