A todos nos gustan las fotos de los polos congelados de la Tierra: colores azules cristalinos y blancos impolutos, repartidos de manera más o menos uniforme, bañados por el sol en un día claro.
Sí, todo eso está muy bien. Pero a veces, cuando ya has asimilado la belleza de ese orden aparentemente imperturbable, aparece esto.
Fuente: amusingplanet.
¡Pero si está hecho de hielo! ¡Y el hielo no tiene esos colores! ¿No…? 🙁
No, claro, el hielo en sí, no tiene una gama muy amplia (a parte de una tonalidad azul en ciertas condiciones).
La mayoría del hielo que cubre los polos es un amasijo de capas de nieve compactadas bajo su propio peso. Entre copo y copo siempre quedan pequeños espacios ocupados por aire que, al comprimirse y fusionarse esta en un bloque de hielo, queda atrapado en su interior.
Es un efecto parecido al de la espuma: cuando el agua se llena de burbujas muy pequeñas, tan sólo vemos una masa blanca e irregular que desvía la luz en todas direcciones, impidiendo que podamos ver su interior. El hielo de un iceberg es más o menos lo mismo, aunque en estado sólido y por debajo de la temperatura de congelación.