Hoy toca hablar sobre el entrelazamiento cuántico, uno de esos fenómenos subatómicos que desafían toda lógica y que hacen que mi bandeja de entrada se llene de preguntas imaginativas. Y que conste que no es una queja sarcática, eh, podéis mandarme tantas preguntas científicas como queráis a jordipereyra@cienciadesofa.com.
El entrelazamiento cuántico es un fenómeno que permite que una partícula influencie el estado de otra instantáneamente, por muy grande que sea la distancia que las separa. Por ejemplo, dos partículas entrelazadas podrían estar en extremos opuestos del universo observable y una podría «modificar» el estado de la otra de manera instantánea mientras que, en comparación, un rayo de luz tardaría tardaría 92.000 millones de años en cubrir esa misma distancia.
Sabiendo esto, es normal que muchos me hayáis preguntado si podríamos utilizar este principio para comunicarnos instantáneamente desde cualquier punto del universo… Y creo que ya he recibido demasiados e-mails sobre este tema como para continuar respondiendo «sí, no te preocupes, tengo esa entrada pendiente» y seguir durmiendo tranquilo por las noches, así que ahí va mi intento de explicar por qué el entrelazamiento cuántico no es tan útil como puede parecer a primera vista en el campo de las telecomunicaciones.
El entrelazamiento cuántico es una de tantas propiedades poco intuitivas derivadas de la mecánica cuántica, el campo de la física que se dedica al estudio del comportamiento estadístico del mundo subatómico. Si eso de que las partículas tienen un comportamiento estadístico no os convence demasiado, introduje la historia del desarrollo de esta teoría en el siguiente vídeo (o en este otro artículo, si os da pereza verme hablando apáticamente durante 15 minutos en uno de mis primeros vídeos):
Y, ahora, tanto si habéis visto el vídeo o leído el artículo como si no (aunque lo recomiendo para seguir el hilo de la entrada), veamos con más detalle en qué consiste eso del entrelazamiento cuántico. Para ello, utilizaremos como ejemplo una propiedad que tienen las partículas llamada «spin«.