Hace unos días, en el programa de La Vida Moderna, David Broncano sacó el tema del gato de Schrödinger, el famoso experimento mental relacionado con la mecánica cuántica en el que se mete un gato en una cámara que contiene un dispositivo que tiene el 50% de probabilidades de matarlo tras un periodo de tiempo determinado. Hasta ahí todo bien pero, a continuación, según cómo os lo explicaran, es posible que os dieran entender que, como somos incapaces de ver qué pasa dentro de la caja durante el experimento, el gato estará vivo y muerto a la vez hasta que alguien abra la caja para comprobarlo… Y será en ese momento en el que adopte un estado u otro.
¿Pero qué paparrucha es esta? ¿Hoy tocaba actualizar la sección de «Patrañas» y no me he dado cuenta?
Pues tendría cabida en «Patrañas» perfectamente, voz cursiva, pero no porque la mecánica cuántica y la analogía del gato de Schrödinger no sean ciencia seria, sino porque hay gente que interpreta ambas como le da la gana para justificar sus ideas esotéricas absurdas, desde quienes van diciendo por ahí que la mecánica cuántica demuestra que nosotros mismos creamos la realidad al observarla hasta los charlatanes que intentan convencerte de que las enfermedades tienen un origen cuántico.
Pero hoy no me voy a centrar en desmentir ninguna patraña cuántica en particular porque creo que, para ver por dónde pierden agua todas ellas, basta con entender qué quería transmitir realmente el bueno de Schrödinger con su experimento mental gatuno. Aunque, por supuesto, antes de empezar habrá que ver de qué va eso de la mecánica cuántica.
<ironía> Bieeeen… </ironía>