En el desierto del Valle de la Muerte, en EEUU, hay una planicie llamada Racetrack Playa, una llanura que se presenta seca y agrietada en verano, pero está cubierta de hielo y nieve en invierno. El término «playa» se usa en inglés para referirse a un lago seco.Lo extraño de este valle, con una pendiente despreciable, son las decenas de rocas repartidas por el lugar, acompañadas por una estela en el barro seco, como si algo o alguien las hubiera arrastrado de un sitio a otro. El problema: nadie las ha visto moverse nunca.
«¡Eh! ¡Quietas! ¡Volved aquí!»
Por supuesto, el fenómeno no tardó en ganarse el aprecio de los «misteriólogos» que atribuían el movimiento de las rocas a campos de energía (el secreto, nunca especificar qué tipo de energía) o alienígenas (venimos desde la otra punta del universo para cambiar vuestras piedras de sitio cuando no miráis).
Para variar, iban muy desencaminados.