Cuando la semana pasada escribí sobre animales híbridos encontré un fragmento de información (en forma de este vídeo de Scishow) sobre los plátanos que me dejó, dicho llanamente, con el culo torcido: todos los plátanos que hemos comprado en supermercados desde 1960 son genéticamente idénticos.
Los plátanos salvajes, como estos de la variedad «velutina», no lo son. Hablaré de ello en un momento.
Hasta ahora tampoco me había parado a pensar lo estupendos que son los plátanos: son fáciles de pelar, no te vas a atragantar con ellos, caben en una mano, se puede ver claramente si están maduros o pasados sólo por el color, crecen todo el año… Parecen haber sido diseñados específicamente para el consumo humano. Tanto lo parece que incluso hay quién se lo ha tomado de manera demasiado literal y ha intentado usar los plátanos como prueba de algo que ha sido diseñado y creado por Dios. El tipo que aparece en este vídeo explica la hipótesis totalmente ajeno al ridículo que está haciendo porque, en realidad, el plátano que sostiene entre sus manos es un invento humano.
¿Cómo que un invento humano? ¡Los plátanos han existido desde siempre, mucho antes de que pudiéramos controlar los genes de los seres vivos!
No hace falta material de laboratorio para «fabricar» plantas nuevas y, de hecho, llevamos haciéndolo desde que aprendimos a cultivar.