Luis Gonzales me envió un correo electrónico preguntando por qué la velocidad de la luz es la que es (299.792,458 kilómetros por segundo). Dicho de otra manera: ¿por qué existe la velocidad de la luz? ¿Por qué no se propaga más rápido o más despacio? ¿Existe alguna variable que determina que la velocidad de la luz sea precisamente esa?
Y me ha parecido una pregunta muy interesante, así que vamos (más o menos) directos al grano.
La luz es una onda electromagnética o, lo que es lo mismo, es una perturbación compuesta por un campo eléctrico y uno magnético que oscilan mientras se propagan por el espacio.
Por otro lado, la luz se propaga a velocidades diferentes a través de distintos medios. Por ejemplo, aunque en el vacío alcanza su velocidad máxima de 299.792,458 km/s, la luz atraviesa el agua y el vidrio a «sólo» 225.000 y 200.000 km/s, respectivamente. De hecho, como comentaba en esta otra entrada, se ha inventado un material que reduce su velocidad de propagación hasta los 7.766 km/s mientras pasa a través de él e incluso existen experimentos en los que se han conseguido «capturar« rayos de luz dentro de un objeto para luego volver a soltarlos.
¡Pero si yo pensaba que la velocidad de la luz era siempre la misma!
Y lo es, voz cursiva. Las partículas que componen la luz, los fotones, siempre se mueven a su velocidad máxima de 299.792,458 km/s, incluso cuando se propagan a través de un medio que no es el vacío. Lo que ocurre es que, mientras los fotones pasan a través una sustancia, los átomos que se encuentran a su paso los absorben y los vuelven a emitir. Eso significa que la luz pasa unos instantes retenida por cada átomo que se cruza en su camino cuando no se propaga por el vacío y, como resultado, tarda más tiempo en llegar de un lugar a otro.