Desde las primeras películas y novelas de ciencia ficción se han imaginado portales capaces de transportar instantáneamente a los seres humanos desde nuestro mundo con alguna remota parte del universo o, incluso, con un universo completamente distinto. En teoría esto sería posible gracias los llamados agujeros de gusano.
Espera, espera, ¿hay una base científica para creer esto, o es sólo un invento que no se sostiene por ningún lado?
Los agujeros de gusano derivan de las ecuaciones de la relatividad general de Einstein, que básicamente dicen que el espacio-tiempo puede representarse como una malla elástica y cualquier objeto con masa que descanse sobre ella (planetas, estrellas, galaxias…) la perturbará formando una depresión. El tamaño y la profundidad de la depresión variará según la masa del objeto que descanse sobre la malla y todo lo que pase a través de la zona distorsionada será susceptible de caer hacia el interior, a menos que lleve suficiente velocidad como para quedar atrapado dando vueltas en círculos alrededor de ella. En la vida real, esto se manifiesta como la fuerza gravitatoria.
Seguramente hayas visto alguna vez un gráfico por el estilo. Representa el sol hundiendo el tejido espacio temporal y la Tierra atrapada en la depresión dando vueltas.
En realidad, más que una malla plana sería un entramado tridimensional, y la perturbación se daría en una cuarta dimensión, pero eso no hay manera de visualizarlo.
Total, que, en teoría, si el tejido del espacio y el tiempo se puede deformar, deberíamos poder idear una manera de manipularlo que no consista en acumular un montón de materia hasta que se hunda.