Así, en plan general, se puede considerar que una galaxia no es más que una mezcla de gas y estrellas confinada por la gravedad que gira alrededor de un punto del espacio. El número de estrellas contenidas en una galaxia puede variar bastante: la galaxia Segue 2 cuenta con sólo 1.000 estrellas, mientras que WISE J224607.57-052635.0 está compuesta por 300 billones de soles.
Exceptuando algunas rarezas aisladas como el Objeto de Hoag, las galaxias se pueden clasificar en tres tipos, según su forma: espirales, elípticas o irregulares.
Un ejemplo de cada tipo, podéis intentar acertar cual es cada uno.
Se cree que las galaxias empezaron a tomar forma después de que el hidrógeno y el helio que se había producido tras el Big Bang comenzara a acumularse en las zonas del espacio donde la densidad de material era mayor. A su vez, los grumos más densos que aparecieron en el interior de estas gigantescas masas de gas terminarían colapsándose bajo su propia gravedad y darían lugar a las estrellas que, por primera vez, arrojarían algo de luz en el universo. A día de hoy, la galaxia más antigua de la que tenemos constancia es EGS-zs8-1, formada «sólo» 670 millones de años después del Big Bang (por cierto, será mejor que os hagáis a la idea de que durante esta entrada no veréis ningún nombre bonito).