Generalmente, en la naturaleza es muy complicado encontrar objetos que contengan líneas rectas, ángulos regulares, transparencias o incluso juegos llamativos de colores. Si vas a dar una vuelta por el campo y miras al suelo, tienes altas probabilidades de encontrarte algo de este estilo:
Minerales
Existe un mito bastante aceptado como una de estas curiosidades que se supone que poca gente sabe y que cuentas ante gente que no conoces mucho para hacerte el interesante: el cristal en realidad no es un sólido, sino un líquido súperenfriado a temperatura ambiente, tan viscoso que tarda años en deformarse y por eso lo vemos en estado aparentemente sólido en nuestro día a día, pero a lo largo de los siglos se puede notar que fluye.
La prueba, en teoría, es que los cristales de los ventanales de las catedrales antiguas son algo más gruesos por la base que por la parte superior, señal de que el cristal habría ido perdiendo integridad estructural a lo largo de los siglos debido a su (supuesta) viscosidad altísima y se habría ido deformando bajo su propio peso.
Esto es sólo un mito, por supuesto. Si esto fuera así, todas las copas que se han conservado desde hace miles de años estarían hechas un desastre. Esta jarra romana de entre los siglos III y IV a.C. es una prueba de lo contrario.
Victor Javier Vadillo envió un e-mail recientemente preguntando cuál es el material más caro que existe y, la verdad, me han sorprendido bastante las cifras que he encontrado. Determinemos un par de cosas, antes de empezar:
1) Hablamos de precio por unidad de masa del material en sí, sin transformarlo en un objeto. Lo mediremos en euros por kilogramo (€/kg) y dólares por kilogramo ($/kg).
2) El precio de algunos metales está sujeto a una gran variabilidad, así que si lees este artículo unos cuantos meses después de la fecha de su publicación a lo mejor habrá cambiado alguna cifra (el rodio, del que hablo luego, ha triplicado su precio en los últimos años, por ejemplo).
Empecemos echándole un vistazo a la tabla periódica, donde es posible distinguir dos grandes grupos de elementos: los que podemos encontrar en la naturaleza y los que no.
Alejandro Casado, profesor de ciencias naturales, estaba explicando en clase cómo la sal llega al océano mediante la erosión de las costas y la actividad volcánica submarina cuando un alumno levantó la mano y preguntó «Si eso es así, ¿entonces el agua está cada vez más salada?«. No se le ocurría una respuesta satisfactoria, así que me envió la pregunta para que le echara un vistazo.
Esta pregunta plantea varias cuestiones: ¿el agua era más dulce hace millones de años y se ha ido «salando» con el tiempo? ¿O el nivel de salinidad ha sido más o menos el mismo? Y, si es así, ¿Como diablos puede la sal desaparecer del océano si constantemente la erosión y los volcanes están añadiendo más? Encuentro la respuesta muy interesante porque nos obliga a recordar algo que no solemos tener presente en el día a día: que en escalas de tiempo grandes, la Tierra ha cambiado muchísimo y seguirá haciéndolo. Empecemos por el principio.
Cuando hablamos de sal, nos viene a la mente el «cloruro de sodio». La sal de mesa de toda la vida, vamos. Pero esa es sólo una sal. Las sales son compuestos sólidos eléctricamente neutros formados por iones, que son átomos con carga eléctrica negativa o positiva.
Cristales de la sal de sulfato de cobre. (Fuente)