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El Jardín de los Dioses

by Jordi Pereyra

Si habéis entrado durante este último mes en la página web, habréis notado que llevo un porrón sin escribir nada nuevo. La razón es que estaba de vacaciones y los que seguís la página en Facebook sabréis que he estado un mes recorriendo Estados Unidos en coche con unos amigos. Durante el viaje he visto bastantes cosas curiosas y, aprovechando que algunas tienen un carácter científico, voy a ir explicándolas por aquí de vez en cuando.

Uno de los parajes que me dejó con el culo torcido pareció más interesante es Garden of the Gods (el Jardín de los Dioses), en Colorado. Así que hoy toca hablar de geología.


Mientras paseaba por el lugar (entre más turistas de los que hubiera querido) me parecía que algo no encajaba en todas estas formaciones rocosas, sobretodo al fijarme en esto:

Me refiero a las rocas, no la gente que se colaba en todas las fotos a la mínima que intentabas retratar parte del suelo.

¿Qué tienen de raro estas rocas?

Que parecen placas más o menos planas clavadas en el suelo en posición vertical que no contienen estratos horizontales. Hablemos un momento de estratos, por si alguien se ha perdido.

Alguna vez habréis visto líneas paralelas en una pared rocosa.

Costa rocosa de Punta Galera, en Ibiza. (Fuente)

A estas franjas se les llama estratos y su origen es el siguiente.

Durante millones de años, las fuerzas erosivas arrancan pedazos de arena y roca de unos lugares y los depositan en otros. Mientras el material depositado se acumula, las capas superiores comprimen las que hay debajo, compactándolas y endureciéndolas. Si se alternan diferentes tipos de materiales, los estratos pueden ser de colores y composiciones diferentes.

En el caso de un río, éste arrastra el material de su cauce más alto y lo deposita en zonas donde éste es más débil.

El paisaje cambia continuamente: los ríos se secan, los desiertos se vuelven más húmedos y los mares se evaporan. Cuando esto ocurre, las capas de sedimentos, ya consolidadas, quedan expuestas a nuevas fuerzas erosivas y, en última instancia, a los propios movimientos de la corteza terrestre.

Más adelante saqué esta foto en el Gran Cañón, donde se puede ver cómo las capas horizontales de estratos fueron erosionadas por el río, dejándolas al descubierto y formando el propio cañón.

Cuando el movimiento de placas tectónicas (que también actúa a pequeña escala) es suficientemente intenso, estas capas de sedimentos pueden doblarse, retorcerse, inclinarse o venirse abajo, sin perder su división original, dando lugar a formaciones como éstas:

En el caso del Jardín de los Dioses, las fuerzas sísmicas que crearon la cordillera de las Montañas Rocosas giraron verticalmente los sedimentos, exponiéndolos al aire libre. Por eso no se pueden observar estratos horizontales en ellos: las paredes son los propios estratos que una vez formaron el suelo, girados 90 grados.

Más o menos de esta manera.

Las capas (ahora verticales) de material más débil fueron erosionadas por la acción del agua, el viento y el hielo, dejando los huecos tan característicos de este paisaje.

Y hasta aquí por hoy, durante esta semana estaré poniéndome al día con los e-mails que me mandáis y los temas que me sugerís. ¡Gracias por vuestra paciencia y recuerdo que podéis mandar vuestras preguntas y sugerencias a jordipereyra@cienciadesofa.com!

 

1 comment

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Erick Armenta agosto 27, 2014 - 12:44 am

es bueno leerte de nuevo 🙂

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