Los muchachos de Veritasium, un canal de ciencia de Youtube al que os podéis suscribir haciendo click sobre este texto han visitado el laboratorio donde se ha fabricado la esfera más perfecta hasta la fecha.
En el vídeo de ayer enseñábamos cómo determinadas frecuencias de sonido pueden generar patrones sobre una placa de metal cubierta de un material granulado al hacerla vibrar de maneras diferentes.
En la misma línea, el puente de Tacoma Narrows (EEUU) sufrió uno de los fallos más espectaculares de la historia de la ingeniería civil en el año 1940, deformándose y retorciéndose violentamente durante una hora como si la estructura estuviera hecha de goma elástica.
https://www.youtube.com/watch?v=LMTyIRBXeyE
La culpa del colapso la tuvo, en parte, el fenómeno de la resonancia, aunque vamos a ser algo tiquismiquis** y mencionaremos también la autoexcitación aerodinámica, porque incluso hoy en día sigue habiendo cierta polémica alrededor del tema y no queremos que nadie nos salte al cuello. Los que estáis preparándoos para denunciarnos, dejadnos explicarnos con más detenimiento.
Ante nada, quería agradecer a la Agrupación Astronómica de Ibiza, descubridora de 53 asteroides hasta la fecha, su colaboración en este artículo. Podéis ver y seguir su página en Facebook haciendo click sobre este texto en azul o visitar su página web.
El otro día hablaba del cometa verde ISON y, en la sección de comentarios de Facebook, apareció un interrogante relacionado con el método utilizado para saber que un cometa no va a impactar contra nuestra cara (libre interpretación). Es decir, ¿Cómo sabemos que un cometa no representa ningún peligro para la Tierra?
No se necesitan complejas redes de satélites y mediciones extrañas para deducir la órbita de un cometa. En realidad se usa un método muy simple basado en la observación directa que combina la trigonometría con algunos cálculos basados en principios físicos. Ya sabemos que la palabra trigonometría asusta, pero ahora veréis que no hay por qué temerle. Empezamos por lo básico.