Meganisoptero es el nombre del género de animales que precedieron a las libélulas que hoy en día surcan nuestros ciel… Bueno, que vuelan bastante cerca de la superficie de nuestro planeta. Aunque los bisabuelos de nuestras libélulas contaban con leves diferencias con las actuales como, por ejemplo, que casi tenían el tamaño de gaviotas.
Como no podía ser de otra manera, los antepasados gigantes de las libélulas tenían que llamarse meganisopteros. Estos hercúleos insectos, que podían medir hasta 71 centímetros de punta a punta de sus alas, vivieron hace 300 millones de años así que, por desgracia, nadie estaba allí para echarles fotos con filtros y lo único que podemos ver hoy sobre ellos son maquetas de plástico y algunos fósiles.
(Fuente)
La pregunta que nos surge es, ¿Por qué hoy en día no vemos bichos de este tamaño?
El registro fósil sitúa la existencia tanto de los meganisopteros como a otros insectos gigantes durante el periodo carbonífero, hace entre 359 y 299 millones de años. Durante esta época aparecieron una gran cantidad de bosques pantanosos y, como las plantas funcionan tomando dióxido de carbono del aire y liberándo oxígeno que extraen del agua, la atmósfera se llenó de este gas.
Se estima que el contenido en oxígeno de la atmósfera en aquellos tiempos rondaba el 35%, frente al 21% actual. Esta concentración tan alta jugó un papel muy importante en la determinación del tamaño de los insectos: la teoría más aceptada es que las libélulas tuvieron que crecer hasta este tamaño para no morir intoxicadas por el oxígeno.
El oxígeno es imprescindible para la vida pero, como con todo, un exceso del gas puede ser letal. Si los animales con pulmones se encuentran de repente en un ambiente donde hay demasiado oxígeno pueden llegar a pasarlo muy mal durante exposiciones prolongadas, pero son capaces de evitar la «sobredosis» reduciendo el ritmo respiratorio para que no les dé una pájara.
Los insectos, en cambio, no tienen pulmones y su sistema respiratorio consiste en unos conductos por los que el aire entra en su cuerpo, donde es absorbido a través de las paredes. Pueden regular la cantidad de aire que llega a su interior abriendo y cerrando unas válvulas (llamadas espiráculos) que bloquean o abren estos conductos.
Un espiráculo de grillo. (Fuente)
Pero, pese a que los adultos pueden usar este mecanismo para ajustar el flujo de aire que llega a su interior, cuando algunos insectos están en fase de larva sólo pueden absorber el oxígeno del aire directamente a través de la piel. Esto es una ventaja cuando en la atmósfera flota el oxígeno justo y necesario para mantenerte vivo pero, al no poder controlar en ningún momento la cantidad del gas que entra en tu organismo, eres vulnerable a los cambios de concentración.
A medida que los niveles de oxígeno en la atmósfera se disparaban en el carbonífero, las larvas empezaron a absorber forzadamente muchísimo más oxígeno del que sus cuerpos necesitaban. Tan sólo había dos soluciones posibles para no sufrir los efectos nocivos del gas: extinguirse o crecer hasta un tamaño desproporcionado.
Las larvas más grandes cuyo cuerpo necesitaba metabolizar mucho más oxígeno sobrevivían más a menudo que las pequeñas, que sucumbían a la intoxicación por el exceso de gas.
Hacerse más grande tiene una ventaja adicional en este caso: mientras el volumen del cuerpo de las larvas crecía, la superficie de su piel (a través de la cual se difunde el oxígeno) aumentaba en una proporción menor, por lo que la absorción del gas se reducía.
En esta imagen, se muestra cómo varían el radio, la superficie y el volumen de un cuerpo según aumenta su tamaño. Si triplicas su radio, por ejemplo, su superficie será 9 veces mayor y ocupará 27 más volumen. (Fuente)
Es decir, que las larvas pequeñas morían más a menudo por problemas derivados del exceso de oxígeno atmosférico que las más grandes, así que estas larvas grandes se convertían en libélulas mayores que se reproducían y tenían descendencia también de mayor tamaño, hasta que el tamaño de las larvas y el nivel de oxígeno se equilibraron. Y esto es la evolución en acción.
Obviamente, la alta concentración de oxígeno no sólo forzó a las larvas a crecer, sino que permitió que los adultos mantuvieran su gran tamaño.
Oye, ¿Y estos bichos podían volar? ¿El peso extra no los limitaba mucho?
Sin duda, los meganisópteros no serían incapaces de volar en la atmósfera que nos rodea hoy en día pero, en el período carbonífero, no sólo el aire contenía más oxígeno sino que la atmósfera era también más densa, lo que permitía a insectos de mayor masa propulsarse mejor con el peso extra que suponía su tamaño.
Como nota final, el nivel de oxígeno de la atmósfera también permitió que algunos dinosaurios alcanzaran tamaños colosales, aunque no fue el único factor. Hablaba del tema en esta entrada sobre mamíferos gigantes extintos, donde explicaba qué es el siguiente animal:
5 comentarios
Muy interesante! Justo hoy mismo he visto una libélula, me parecen unos «bichejos» alucinantes 🙂
sus temas siempre son interesantes, siempre que leo algo de esta pagina quiero seguir leyendo más ♥
muy interesantes todos los temas las respuestas si te casan de muchas dudas….
no solamente las libélulas sino en general toda la vida de ese entonces era mucho más grande pues la influencia de las dos lunas que la tierra tenía en ese entonces, ejercía más fuerza gravitatoria sobre los seres de la tierra lo que originó que todo fuera mas grande y que al explotar una de éstas lunas, la más pequeña, afectara a su hermana dejando los famosos cráteres, hoy existentes así como la infinidad de rocas que ovbiamente cayeron en nuestro planeta, en forma de meteoritos cambiando y afectando una vez más la fisionomía de la tierra y la vida por supuesto que empezó a reducirce en sus formas en todo aspecto llegando a nuestros dias, y que hemos visto reflejada en los mamiferos o en nosotros mismos transformados en seres mucho más pequeños, y esto gracias a la influencia gravitatoria o de atracción ejercida por el paso del planenta Nibiru o hercolobus, que pasa por nuestro sistema solar cada 3600 años y que en su infinidad de visitas, ha cambiando la fisonomia de nuestro planeta imnumerables ocaciones, así como la de los demás planetas hermanos por supuesto, incluyendo al cinturon de asteriodes que en una época fué un planeta, fué así que en uno de sus pasos hizo explotar la otra luna, quedandonos así con nuestra única luna.
Enrique Borja, tu comentario sería gracioso si no fuera perverso en el sentido de intentar convencer a la gente de su veracidad.
Eso si, no se que fumais los que creeis en Nibiru pero yo tb quiero xD
PD: que un planeta cercano o segunda luna haga que los animales sean más grandes por la fuerza de la gravedad… Como mi coche, que corre más cuando me tiro un pedo, no? Misma regla de 3 xD