En dos entradas anteriores explicaba por qué buscamos vida en planetas que contengan agua y cómo está el panorama actual en cuanto a la búsqueda de civilizaciones extraterrestres avanzadas. Esas iban a ser las dos únicas partes de la entrega sobre vida más allá de nuestra atmósfera (bueno, además de esta otra, que surgió a consecuencia de ellas), pero resulta que aún faltaban cosas por decir al respecto. Y de ahí el «3 de 2».
En zonas de formación de estrella como estas, por ejemplo, sería difícil que apareciera vida inteligente, por muy favorables que fueran las condiciones de un planeta. (Fuente)
Pero yo creo que, si hay miles de millones de estrellas en nuestra galaxia, y hay miles de millones de galaxias, ¡El universo tiene que estar lleno de vida y…!
Ya en la entrada anterior habíamos visto que las cosas no son tan simples y que la vida está más limitada de lo que creemos. Hoy vamos a complicarle aún más las cosas.
Como comentaba en la otra entrada, para que empiecen a formarse organismos complejos necesitamos un líquido en el que los elementos que los componen puedan disolverse y combinarse. Para que este disolvente se encuentre en estado líquido hace falta calor, así que un planeta habitable tendrá que estar a una distancia de su estrella que le proporcione la temperatura necesaria. Por eso es importante el tamaño de la estrella.
Las estrellas grandes emiten muchísimo calor, por lo que un planeta que pretenda albergar vida tendrá que estar muy lejos de ella para tener una temperatura superficial agradable. En el caso de las estrellas pequeñas y frías, el planeta tendrá que estar muy cerca para obtener el calor necesario. Aquí es donde empiezan los problemas.
Las estrellas muy grandes agotan su combustible muy rápido y mueren en explosiones tremendas que destruyen todo lo que esté en sus inmediaciones, por lo que a las formas de vida complejas que hayan tenido la mala suerte de aparecer en un planeta que orbita alrededor una de estas estrellas no les dará tiempo a evolucionar lo suficiente como para escapar de su planeta natal antes de ser aniquiladas.
Las estrellas pequeñas no presentan ese problema porque permanecen estables mucho tiempo y tienen un final más tranquilo pero, como son frías y poco luminosas, un planeta tiene que estar muy cerca de ellas para recibir el calor suficiente como para ser habitable. El problema es que a distancias tan cortas la superficie del planeta (y todo lo que se encuentre sobre ella) está expuesta a peligros como las llamaradas solares y explosiones de rayos X provenientes de la estrella anfitriona.
Pero, además, a distancias tan cortas aparece otro problema y no tenemos que irnos muy lejos para observar el fenómeno.
El tiempo que la Luna tarda en dar una vuelta sobre sí misma es el mismo que invierte en completar una órbita alrededor de la Tierra. Como resultado, siempre está apuntando hacia nosotros la misma cara de nuestro satélite.
Esto no siempre ha sido así. La Luna rotaba mucho más deprisa cuando se formó, pero el tirón gravitatorio de la Tierra, más fuerte en la cara que apunta hacia nosotros que en la cara opuesta, ha ido ralentizando la rotación de nuestro satélite a lo largo de 4.000 millones de años.
Lo curioso es que al final prácticamente todos los sistemas terminan llegando a esta situación de equilibrio, aunque tardan más o menos en alcanzarla según la distancia que separe a los dos cuerpos que interactúan gravitacionalmente. Incluso a la Tierra también le ocurrirá en un futuro lejano.
A nosotros nos da bastante igual ver siempre la misma cara de la Luna, pero en el caso de un planeta que orbita muy cerca de su estrella la cosa se pone más seria: como la cara que apunta permanentemente hacia la estrella alcanzará temperaturas infernales, mientras el lado opuesto estará sumido en el frío y la oscuridad eternos.
Además, el aire caliente y a alta presión tenderá a desplazarse hacia la cara fría y a menor presión, así que la diferencia de temperaturas entre las dos caras provocará fenómenos atmosféricos tan violentos que cualquier huracán terrestre será una suave brisa en comparación.
En este aspecto, nuestro sol, ni muy grande ni muy peuqeño, es perfecto:
– Tiene el tamaño adecuado para que su combustible dure mucho tiempo (lleva brillando unos 5.000 millones de años y aún le quedan otros 5.000 millones de años más),
– Emite el calor suficiente como para poder sostener la vida en nuestro planeta a una distancia a la que las llamaradas solares no nos alcanzan.
– Gracias a esta distancia, la gravedad solar tardará muchísimo en bloquear la rotación de la Tierra, así que hasta que eso ocurra tenemos un clima estable en el que los seres vivos pueden evolucionar con tranquilidad hasta dar lugar a una especie inteligente.
Qué bien, entonces, como el sol es una estrella media y hay miles de millones de estrellas como el sol, ¡El universo tiene que estar lleno de vida!
¡No tan deprisa!
Esto de que el sol es una estrella media se dice mucho, pero es una sucia mentira.
El sol no es una estrella media. De hecho, es más grande que el 70% de las estrellas de nuestra galaxia. El sol es una estrella «mediana«, en referencia a su tamaño, en un universo donde la inmensa mayoría de las estrellas son extremadamente pequeñas. Como las estrellas de tamaño similar al de nuestro sol son las candidatas más probables para contener planetas habitables, la lista de posibles estrellas con planetas habitables se reduce bastante.
Pero no sólo la localización de un planeta respecto a su estrella es importante, también lo es el lugar que ocupa el sistema solar entero en la galaxia que lo contiene.
El universo está lleno de cosas peligrosas como, por ejemplo, agujeros negros y explosiones de estrellas cientos de veces más grandes que el sol (llamadas supernovas, de las que hablaba en esta entrada). Y las cosas peligrosas tienen la manía de acumularse en el centro de las galaxias.
En el centro de la Vía Láctea existe un agujero negro súpermasivo alrededor del cual giran todas las estrellas que componen la galaxia. Aunque tienen muy mala fama, el mayor riesgo que entraña un agujero negro no es ser absorbido por él, sino la inmensa cantidad de radiación y material a velocidades cercanas a las de la luz que libera y que aniquilaría cualquier rastro de vida a su alrededor. O sea que podemos esperar que cualquier planeta cerca de un núcleo galáctico sea poco más que un churrasco.
Por otro lado, el bulbo brillante que rodea el núcleo de nuestra galaxia está compuesto por una cantidad inmensa de estrellas, del orden de 10 millones de estrellas sólo a un año luz del centro galáctico. En comparación, la estrella más cercana al sol está a 4.2 años luz.
Es decir, que un planeta alrededor de cualquiera de las estrellas situadas en medio de toda esta aglomeración correría un peligro constante porque, en cualquier momento, una vecina especialmente grande podría decidir reventar y llevarse por delante cualquier rastro de vida que encontrara. El bulbo central de la galaxia queda eliminado de nuestra lista de zonas habitables seguras.
Los brazos principales de la galaxia tampoco servirían para alojar vida porque se trata de zonas muy caóticas donde constantemente se forman estrellas, un proceso bastante violento que lanza grandes cantidades de radiación y chorros de material al espacio a velocidades cercanas a la de la luz. Sobra decir que, si vives en un planeta que está en el camino de uno de estos chorros, tienes los días contados.
El punto central de la imagen es una estrella en formación y los chorros, de medio año luz de largo, son material eyectado por ésta. (Fuente)
Pero, además, no sólo cuenta la posición que ocupa un sistema solar en el interior de una galaxia. También es muy importante el tipo de galaxia en el que se encuentra.
La Vía Láctea es una galaxia espiral y el material que la compone está en movimiento constante, acumulándose en ciertas zonas que terminan formando los brazos espirales. En estos lugares, llenos de gas, polvo y elementos pesados (producidos en el interior de de estrellas más viejas y esparcidos por el espacio en el momento de su muerte explosiva), nacen estrellas nuevas. Los elementos pesados son imprescindibles para la vida porque son los que dan lugar a los planetas rocosos, como el nuestro, que terminan orbitando alrededor de las estrellas recién formadas.
Además de galaxias espirales existen galaxias elípticas o lenticulares, que son básicamente acumulaciones de estrellas muy grandes, planas y uniformes.
A la izquierda una galaxia elíptica y a la derecha una lenticular. (Fuente, Fuente)
14 comments
Prácticamente se puede decir entonces que somos un accidente xD
muy interesante, pero a veces nuestras deducciones nos pueden engañar cuando vemos la realidad.
añadiria que es importante tener también un gigante gaseoso que te haga de defensa central y despeje toda la inmundicia sideral que pueda hacerte añicos el planeta cuando aun estas en la fase de protozoo
Hemos cambiado los requisitos para la vida a lo largo de la historia. Espero que como raza humana estemos aquí para llegar a sorprendernos con las maravillas que aun nos quedan por descubrir.
En un documental que vi hace unas semanas decían que en un planeta cerca de una estrella pequeña (con rotación sincrónica) sí podrían darse condiciones climáticas más suaves gracias a los vientos constantes entre ambas zonas, que recorrerían todo el planeta. En principio explicaban que lo lógico sería encontrar esos extremos que comentas, pero habían simulado el efecto de una atmósfera y resultaba ser más habitable.
Los libros de Robert Forward son curiosos, sobre estos temas: Huevo de Dragón (y sus continuaciones) y Camelot 50K.
Una visión pesimista, pero eso es por que aún no has analizado todos los posibles casos y formas en que se puede dar la vida. La mayoría de los científicos de renombre concuerdan en que la vida es muy probable. En mi caso preferiría que fueramos un caso unico en el universo, pero me temo que no es así.
Está bien, nada que discutir, son un montón de razones a las que cualquiera podrá estar de acuerdo o en desacuerdo. En realidad este es un tema que apasiona y que somos incapaces de tratarlo sin pasión por uno u otro lado, nada podemos hacer para saber si hay ‘vida’ (qué tipo de vida?) más allá de nuestros confines, y, lo que es peor, es altísimamente improbable, pero que muy mucho, que encontremos la solución, habrá que resignarse!
Interesante, asi que las posibilidades para que haya vida en otro lado del universo son bajisimas. De hecho, las posibilidades para que nosotros seamos el unico planeta con vida son aun mas bajasñ lo que me lleva a pensar que somos producto de un diseno inteligente por parte de un ser superior y no por parte de la casualidad. Recordemos que la casualidad no existe pero la causalidad si.
Y el origen de ese «diseñador inteligente» seria…???
El origen y existencia de ese disenador inteligente es la respuesta mas grande que la ciencia aun no ha podido contestar, al igual que con la antimateria, hay indicios de que existe pero aun no se ha podido comprobar y no por eso se niega su existencia.
La maquina mas simple en nuestro dia a dia es producto de la creacion y disenos humanos. Como algo tan complejo como la vida podria estar limitado a la probabilidad y a la casualidad?*
*Mis disculpas por la puntuacion, tengo un teclado en inglés.
Y cada creador fue creado por otro creador y asi…no? Hay algo que es realmente muy humano y es la idea de creer en divinidades creadoras…De momento nosotros no seguimos el ejemplo y no paramos de destruir… Tt
Gran entrada!!!!
La inmensidad del universo es tanta que aunque estos datos suenen pesimistas algunas investigaciones han concluido que existen 10 sextillones de estrellas en el universo observable, si hicieramos un calculo, en donde somos una casualidad de 1 en cien mil millones tomando en cuenta todas las variables dadas por el autor, nos da que quedan 100 cuatrillones de posibilidades de vida inteligente…