Si os gusta la astronomía, seguro que habréis oído hablar de las estrellas de neutrones, unos objetos con una masa un 40% superior a la del sol que sólo miden entre 10 y 15 kilómetros de diámetro. Como resultado, su densidad es tan alta que si llenáramos una botella de 1 litro con el material de su corteza y la trajéramos a la Tierra, esa botella pesaría tanto como 71 millones de ballenas azules. En cambio, una botella llena de osmio, el elemento más denso de la tabla periódica, «sólo» pesaría 22,3 kilos.
Me gustaría completar tu comparación absurda añadiendo que el peso de la ballena azul media es de 140.000 kg. Pero, bueno, volviendo al tema que nos ocupa… ¡¿CÓMO DIANTRES PUEDE SER QUE LAS ESTRELLAS DE NEUTRONES SEAN TAN INCREÍBLEMENTE DENSAS?!
Lo expliqué con más detalle en esta otra entrada, voz cursiva, pero lo primero que hay que tener en cuenta es que las estrellas de neutrones son los «cadáveres» que dejan atrás las estrellas que tienen una masa entre 10 y 29 veces superior a la del sol cuando mueren.
Cuando una de estas estrellas gigantes agota su combustible y las reacciones de fusión nuclear que tienen lugar en su interior se detienen, su núcleo ya no puede mantener a raya el peso de toda la materia que descansa sobre él y, de repente, la estrella se comprime tanto bajo su propia gravedad que incluso sus capas externas alcanzan las condiciones de presión y temperatura necesarias para que el material que contienen pueda fusionarse. Cuando esto ocurre, la estrella entera revienta en forma de súpernova, como una bomba termonuclear de millones de kilómetros de diámetro… Y en el centro de la explosión queda una bola diminuta que contiene todo el material del núcleo de la estrella, aunque extremadamente comprimido.
Esa bola compacta es a lo que los astrónomos se refieren como una estrella de neutrones.
El material que compone estos cuerpos no se parece en nada a la materia ordinaria que nos rodea, porque la contracción final del núcleo de las estrellas gigantes es tan violenta los electrones terminan aplastados contra sus núcleos atómicos y se ven forzados a unirse con los protones, produciendo neutrones. Como resultado, los objetos compactos que dejan atrás las estrellas gigantes son, básicamente, bolas de neutrones de una decena de kilómetros de diámetro (y algún que otro protón). De ahí el nombre de estrellas de neutrones, claro.
Y ahí está el secreto de la densidad de estos objetos.
Los protones y los neutrones son tan masivos (2.000 veces más que los electrones) que los núcleos de los átomos tienen una densidad que ronda los 23 billones de kilos por litro. Por suerte, como comenté en esta entrada prehistórica, el 99,9999999999999% del volumen de un átomo está vacío debido a la gran distancia que separa el núcleo de las capas de electrones que lo rodean, así que, aunque los átomos tengan un núcleo muy masivo, su densidad media es relativamente baja y la materia que nos rodea es bastante ligera.
Pero, claro, las estrellas de neutrones no contienen átomos ordinarios porque están hechas de neutrones muy pegados entre ellos, así que la densidad extrema de estas estrellas viene del hecho de que están compuestas únicamente por las partículas más masivas de los átomos, sin espacios vacíos entre ellas que reduzcan la densidad global del material.
Pero, además una densidad tremenda que ronda los cientos de billones de kilos por litro, el material que compone las estrellas de neutrones tiene otra particularidad muy curiosa: es extremadamente duro y resistente, 10.000 millones de veces más fuerte que el acero.
Esto se debe a que un material se rompe cuando el esfuerzo al que está sometido supera la fuerza que mantiene sus átomos unidos y éstos se empiezan a separar en algún punto de su estructura. Por tanto, la resistencia mecánica de un material depende en gran medida de lo fuertes que sean los enlaces que mantienen la cohesión de sus átomos de manera que, cuanto mayor sea la fuerza con la que están enlazados, más resistente será.
O sea, que el material que compone las estrellas de neutrones es extremadamente resistente porque la fuerza que mantiene unidos sus neutrones es muchísimo mayor que la que enlaza los átomos que forman la materia ordinaria.
¡Ostras! ¿Y a qué estamos esperando? ¿Por qué no montamos una expedición a una estrella de neutrones y traemos este material a la Tierra para fabricar pantallas de móviles que no se romperán nunca más?
Pues primero porque la estrella de neutrones más cercana está a unos 400 años luz de la Tierra… Pero, más importante aún, porque posiblemente moriríamos todos.
Me explico (con una analogía).
Un muelle metálico muy grande podría parecer un objeto rígido cuando está comprimido, pero, por supuesto, en cuanto la fuerza que lo comprime se retire, el muelle saltará y recuperará violentamente su forma en un instante. O sea, que un muelle sólo puede existir en su estado comprimido mientras está bajo presión, así que no podemos cogerlo y llevarlo de un lado a otro sin más porque recuperará su forma en cuanto lo apartemos de la fuerza que lo mantiene compactado.
Pues resulta que al material que compone las estrellas de neutrones le ocurre algo parecido porque esta sustancia extremadamente fuerte y densa sólo puede existir bajo condiciones de gravedad extrema. E igual que un muelle tiene una resistencia interna que lo devolverá bruscamente a su forma original en cuanto la fuerza que lo comprime desaparezca, los neutrones también experimentan una intensa repulsión debida al principio de exclusión de Pauli (que mencioné en esta entrada) que sólo puede ser contenida por la inmensa gravedad de una estrella de neutrones.
Por tanto, igual que un muelle que recupera su forma cuando se descomprime, en el momento en que alejáramos un fragmento de estrella de neutrones de su superficie, las partículas dejarían de estar confinadas por su campo gravitatorio y el material se expandiría de manera instantánea a velocidades de entre el 10% y el 20% de la velocidad de la luz. Para haceros una idea del efecto devastador que tendría esta expansión repentina, el astrofísico Rob Jeffries calculó en esta respuesta que sólo 5 mililitros de estrella de neutrones liberarían tanta a energía al expandirse como mil millones de bombas atómicas, lo que equivale a 3.500 veces la energía que produjo el impacto del meteorito que extinguió (o contribuyó a la extinción de) los dinosaurios.
¡¿Pero qué dices?! ¡¿Cómo iba una cosa tan pequeña a producir una explosión tan fuerte?!
Lo sé, lo sé, parece increíble, pero recuerda que las estrellas de neutrones tienen una densidad tremenda: esos 5 mililitros contendrían una masa de varios cientos de miles de millones de kilos que se estarían expandiendo a una fracción respetable de la velocidad de la luz.
He intentado representar cuál sería el efecto de una explosión de esta magnitud usando esta aplicación que muestra sobre un mapa el radio de destrucción que provocaría una bomba atómica de una potencia determinada, pero el programa tiene un límite de «sólo» 100 megatones, el doble de la bomba termonuclear más potente jamás detonada. Introduciendo esta cifra límite, la aplicación revela que los efectos de la explosión se sentirían en un radio de 64 kilómetros, representado en esta imagen:
En cambio, la energía liberada por 5 mililitros de estrella de neutrones ascendería hasta los 358.000.000.000 megatones, más de tres mil millones de veces superior a ese límite… Así que, bueno… Aunque el programa no lo pueda calcular, me atrevería a afirmar que no sería muy buena idea traer este material a la Tierra.
Por tanto, si no quieres que se rompa la pantalla de tu móvil y quieres evitar la esterilización de la superficie terrestre, te recomiendo que te compres una funda, voz cursiva.
De todas maneras, sería imposible traer un fragmento de la corteza de una estrella de neutrones a la Tierra porque habría que mantenerlo contenido bajo presiones extremas durante el camino para que no reventara. Como no existe ninguna tecnología capaz de someter la materia a presiones tan intensas, quienes se acabarían tragando la explosión equivalente a la de miles de millones de bombas atómicas serían los pobres diablos a los que se les hubiera ocurrido la genial idea de ir a buscar un fragmento de la estrella de neutrones.