Cuando en un tema de conversación sale el tema de la redondez de la Tierra, normalmente interviene el tiquismiquis del grupo que dice que nuestro planeta no es realmente esférico porque está achatado por los polos. Puede que incluso suelte el término esferoide oblato. Pero, por mucho odio que inspire en ese momento, no le falta razón.
No sé si Miguel Bayón es uno de esos tiquismiquis, pero desde luego es consciente de lo imperfecta que es la Tierra como esfera e, intrigado por la redondez de otros cuerpos celestes, me envió la siguiente pregunta (a jordipereyra@cienciadesofa.com): ¿cabe la posibilidad de que exista un planeta perfectamente esférico?
Buena pregunta, Miguel. Empecemos hablando del motivo por el que nuestro planeta no es una esfera perfecta.
La Tierra sería una esfera bastante decente si su región ecuatorial no experimentara una fuerza centrífuga mayor que las zonas polares (como explicaba en esta otra entrada). Dicho de otra manera, los puntos cercanos al ecuador describen un círculo mayor alrededor del eje de rotación del planeta cada día que los que se encuentran en latitudes más altas y, por tanto, como todos los puntos del planeta tardan el mismo tiempo en completar un giro, la velocidad de las zonas ecuatoriales alrededor del eje de rotación es mayor.
Esta mayor velocidad produce una fuerza centrífuga mayor en la franja ecuatorial del planeta, por lo que el material de esta región se ve empujado «hacia afuera» con más fuerza que el resto del volumen de la Tierra, deformándolo.
Y esto no sólo ocurre en la Tierra: la fuerza centrífuga deforma en mayor o menor medida todos los cuerpos celestes en función de su velocidad de rotación y de la rigidez del material del que están compuestos. Como resultado, en realidad es muy difícil encontrar objetos perfectamente esféricos en el espacio.
Aun así, nos podemos acercar bastante.