Hoy toca responder a una pregunta muy interesante que Marco Alfonso me envió por e-mail (a jordipereyra@cienciadesofa.com) la semana pasada: ¿cuál es el planeta más grande conocido?
Y resulta que la respuesta no es tan directa como podría parec…
¡Ah, no, no, no! A ti te han preguntado cual es el planeta más grande conocido, así que por una vez vas a dar un dato en vez de irte por las ramas.
Vale, está bien, voz cursiva, toma tu respuesta fácil: con una masa hasta 30 veces mayor que la de Júpiter, el mayor planeta de nuestro propio sistema solar, el planeta más grande que podría haberse descubierto hasta la fecha es un gigante gaseoso que tiene el romántico nombre de DENIS-P J082303.1-491201b, o 2MASS J082303.1-491201b para los amigos.
Eh, espera, ¿cómo que «podría haberse descubierto»? ¿por qué me dice Wikipedia que no se sabe con certeza si es un planeta o una estrella enana marrón? ¿Me estás intentando engañar?
¡¿Ves como me tengo que ir por las ramas?!
A grandes rasgos, existen dos tipos de planetas: los planetas rocosos (como Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) y los planetas gaseosos (como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno). Aunque su aspecto sea claramente distinto, la diferencia que más llama su atención entre los dos tipos de planetas es su tamaño.
Esta imagen me pareció curiosa, porque muestra cómo en los 300.000 kilómetros que separan la Tierra de la Luna podrían caber el resto de planetas del sistema solar. Y, de paso, os enseñaba la diferencia de escala que existe entre los planetas rocosos y los gaseosos de nuestro sistema solar. (Fuente)
Viendo la imagen, podéis imaginar que los astrónomos no se refieren a los planetas gaseosos como «gigantes gaseosos» sin un motivo: con un diámetro de 140.000 kilómetros, frente a los 12.756 de la Tierra, en el interior de Júpiter cabrían 1.300 planetas como el nuestro (previamente pulverizados para aprovechar todo su volumen, claro). Saturno tiene un diámetro de casi 120.000 kilómetros y los gigantes gaseosos más pequeños del sistema solar, Urano y Neptuno, tienen diámetros que rondan los 50.000 kilómetros.
Madre mía, ¿y a qué se deben estos tamaños tan dispares?
Buena pregunta.