Generalmente, en la naturaleza es muy complicado encontrar objetos que contengan líneas rectas, ángulos regulares, transparencias o incluso juegos llamativos de colores. Si vas a dar una vuelta por el campo y miras al suelo, tienes altas probabilidades de encontrarte algo de este estilo:
química
Hace poco escribí una entrada explicando por qué rastreamos el cielo buscando unas condiciones concretas cuando intentamos encontrar planetas habitados. En la sección de comentarios, Juan Cruz hizo dos preguntas muy interesantes: ¿Por qué asumimos que los elementos de la tabla periódica son TODOS los elementos existentes? y ¿Acaso no podrían existir cientos de elementos aun no conocidos por el hombre que sean incluso mas aptos que el carbono para dar lugar a la vida?
Para responderlas, tendremos que preguntarnos primero: ¿Qué es un elemento químico? O, mejor dicho, ¿Qué distingue un elemento químico de otro?
Para variar un poco, una tabla periódica en la que aparece el país en el que se descubrió cada elemento.
La materia que nos rodea está hecha de átomos, que a su vez se componen de protones (en rojo), neutrones (gris) y electrones (amarillo).
Existe un mito bastante aceptado como una de estas curiosidades que se supone que poca gente sabe y que cuentas ante gente que no conoces mucho para hacerte el interesante: el cristal en realidad no es un sólido, sino un líquido súperenfriado a temperatura ambiente, tan viscoso que tarda años en deformarse y por eso lo vemos en estado aparentemente sólido en nuestro día a día, pero a lo largo de los siglos se puede notar que fluye.
La prueba, en teoría, es que los cristales de los ventanales de las catedrales antiguas son algo más gruesos por la base que por la parte superior, señal de que el cristal habría ido perdiendo integridad estructural a lo largo de los siglos debido a su (supuesta) viscosidad altísima y se habría ido deformando bajo su propio peso.
Esto es sólo un mito, por supuesto. Si esto fuera así, todas las copas que se han conservado desde hace miles de años estarían hechas un desastre. Esta jarra romana de entre los siglos III y IV a.C. es una prueba de lo contrario.
Victor Javier Vadillo envió un e-mail recientemente preguntando cuál es el material más caro que existe y, la verdad, me han sorprendido bastante las cifras que he encontrado. Determinemos un par de cosas, antes de empezar:
1) Hablamos de precio por unidad de masa del material en sí, sin transformarlo en un objeto. Lo mediremos en euros por kilogramo (€/kg) y dólares por kilogramo ($/kg).
2) El precio de algunos metales está sujeto a una gran variabilidad, así que si lees este artículo unos cuantos meses después de la fecha de su publicación a lo mejor habrá cambiado alguna cifra (el rodio, del que hablo luego, ha triplicado su precio en los últimos años, por ejemplo).
Empecemos echándole un vistazo a la tabla periódica, donde es posible distinguir dos grandes grupos de elementos: los que podemos encontrar en la naturaleza y los que no.